Quien me conoce sabe que lo mío con Benedetti no es amor, es casi devoción. O sin casi. Se podría decir que mi relación con la obra del uruguayo es un amor tardío. Cuando llegué a la universidad (la primera, la de letras), tenía a mis ídolos poéticos bien claros: Machado, Hernández, García Lorca y Neruda (me quedo con las ganas de poner Bécquer pero es posible que si lo hago alguna compañera de la página me canee de lo lindo). No crean que fue llegar a la universidad y meterme en algún cenáculo literario o así que no, que ni por asomo. Eso si, descubrí una asociación que se dedicaba a reunirse los martes y recitar poesía y ahí que me fui. Y ahí descubrí a Benedetti, con “Porque cantamos”. Para quien no conozca el poema yo solícitamente le pongo unos versos:

“Si cada hora viene con su muerte

si el tiempo es una cueva de ladrones

los aires ya no son los buenos aires

la vida es nada más que un blanco móvil

 

usted preguntará por qué cantamos

 

si nuestros bravos quedan sin abrazo

la patria se nos muere de tristeza

y el corazón del hombre se hace añicos

antes aún que explote la vergüenza

 

usted preguntará por qué cantamos

[…]

 cantamos por el niño y porque todo

y porque algún futuro y porque el pueblo

cantamos porque los sobrevivientes

y nuestros muertos quieren que cantemos

 

cantamos porque el grito no es bastante

y no es bastante el llanto ni la bronca

cantamos porque creemos en la gente

y porque venceremos la derrota

 

cantamos porque el sol nos reconoce

y porque el campo huele a primavera

y porque en este tallo en aquel fruto

cada pregunta tiene su respuesta

 

cantamos porque llueve sobre el surco

y somos militantes de la vida

y porque no podemos ni queremos

dejar que la canción se haga ceniza”.

Ufff. Créanme cuando les digo que me duele en lo hondo el tener que haber mutilado la poesía para dejar paso a mis voluntariosas pero poco agraciadas palabras. En fin. El caso es que después de la patada al estómago que supuso este primer encuentro con la poesía de Benedetti me lancé cual naufrago en el inmenso océano a por toda la obra posible del uruguayo. ¿Saben que uno de sus cuatro primeros nombres era Hamlet? “Cosas veredes amigo Sancho…”. Tuve entonces otra sorpresa porque aprendí que Benedetti no solo se había dedicado a la poesía sino que tenía novelas, cuentos, ensayos, artículos periodísticos… Una maravilla. Flotaba ya cuando, metida en lances sudamericanos, tropecé con Cortázar y eso si que ya fue el acabose. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Algo se marchitó en mi corazoncito poético cuando Benedetti murió. Ya me imaginaba que alguien como él, después de la muerte de su esposa tres años antes, no iba a durar mucho. A Ángel González le pasó algo similar. Se les muere la musa y, con tantos años y vidas, se les muere la esperanza. Después de ser periodista, profesor, intelectual, exiliado, escritor (incluso sale recitando sus poemas en una película)… y poeta, sobre todo, poeta. Ay. En ese ya lejano y desdichado 2009 rescaté la última recopilación de sus poemas hecha por la editorial Alianza para hacerle un pequeño homenaje en esta página. A saber donde está ya ese artículo pero, como cualquier oportunidad es buena para homenajear al señor Mario, traigo aquí a colación (y después de esta larguísima introducción, lo sé) otra recopilación, esta vez de cuentos, de su obra: “El mejor de los pecados”, publicada en el 2017 por Lumen, un librito de menos de cien páginas que es un tesoro tanto visual como literario.

Es este un libro precioso tanto en su continente como en su contenido, con diez cuentos de Benedetti seleccionados entre los “Cuentos completos” publicados por Alfaguara en 2012, libro que por cierto daría un brazo por tener. Tampoco este desmerece nada, la verdad. Todos los cuentos elegidos giran alrededor del amor, del amor entendido como pasión a veces arrolladora e ingenua a veces manipuladora y cruel. Algunos hablan del amor con brevedad y humor como “Su amor no era sencillo”; otros hablan del amor como instrumento de venganza y estafa como “Los novios”, el relato más largo del libro; otros hablan del primer amor como tesoro de inocencia tal y como demuestra ese precioso cuento que es “La vieja inocencia”. En general son relatos que descubren la dificultad de mantener la pasión amorosa a lo largo del tiempo: en unos casos incluso dentro de la pasión más sincera y devota existen las ocultaciones; en otros matan la pasión la rutina y los años; algunos amores mueren por el alejamiento de uno de los cónyuges debido a una enfermedad que les vuelve ariscos y lejanos. Por lo general Benedetti prefiere enfrentarse a la pasión amorosa con humor e ironía como lo demuestran “Conversa”, “Fidelidades” o “Aniversario”. A veces saca su lado Cortázar y crea algo como “Los pocillos” con intriga incluida. Y a veces crea un cuento serio, potente y lamentablemente claro sobre lo que ciertos hombres creen que debe ser el amor y surge “Almuerzo y dudas”. Junto con “Gracias, vientre leal”, que me dio ganas de llorar, por cierto, con tanto amor y tanta mentira, creo que son los cuentos que más me impactaron.

Todos ellos reflejan de forma ideal el ideario humano y literario de Benedetti, tremendo conocedor de la naturaleza del hombre. Es increíble como, a pesar de lo sórdida que pueda ser una situación, Benedetti la sortea mostrando a las personas de forma desnuda pero no implacable. Benedetti no parece juzgar, muestra las cosas tal y como son para que sea el lector el que pueda emitir un juicio. A pesar de ello, de su comprensión hacia la naturaleza humana, la radiografía de la sociedad que nos muestra deja a muy bajo nivel las vivencias y aspiraciones de la clase media actual, ya sea en Sudamérica o en el resto del mundo. Y la vida se derrumba sin certezas y el amor sucumbe con los años.

Por si la letra contenida fuese poco aliciente tenemos como añadidura los dibujos de Sonia Pulido, un contrapunto brillante a los relatos que los complementa de forma inmejorable. Esta premiada ilustradora catalana tiene sus propias historias ilustradas como “Puede que esta vez” o “Duelo de caracoles”, publicadas ambas por la editorial Sinsentido la primera en 2006 y la segunda en 2010, aunque ahora trabaja mucho para los periódicos de USA. Todos los relatos del libro de Benedetti tienen un dibujo específico que recogen el humor, la poesía o la dureza que contienen. Muchos de esos dibujos, además, tienen reversos en los que se ven diversos corazones, coronados, en medio de una diana, buscados por las flechas, corazones que parecen un estudio de anatomía… Todos los dibujos nos recuerdan constantemente que es la pasión el centro del libro y los colores son siempre cálidos, en mayor o menor medida, destacando un naranja brillante que domina todo el libro. Casi todos los dibujos cuentan con una gran elaboración y responden a la temática del cuento. Si tuviera que quedarme con algunos de ellos elegiría dos: el de “Fidelidades”, donde la angustia que vive la mujer protagonista se refleja en esa melena de follaje que envuelve y asfixia a la mujer del dibujo (los ojos de su camisa casi que dan miedo) y las muy elaboradas viñetas de “Su amor no era sencillo”, que describen a la perfección el discurso del relato.

Aunque, si de verdad me ofreciesen un dibujo, de todos los del libro me quedaría con los dos sensualísimos de la cubierta de papel, tanto el que abre el libro como el que lo cierra y que, además, están acompañados con una de esas frases hermosísimas y tristísimas que delatan la inmensa humanidad y el enorme conocimiento del alma humana que Benedetti atesora:

“Nacemos tristes y morimos tristes,

pero en el entretiempo amamos cuerpos

cuya triste belleza es un milagro”

 

Gracias maestro.

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Eidian
Recuerdo que escribí mi primera poesía recién operada de apendicitis. Desde entonces odio los hospitales y adoro la escritura. Hasta hoy han pasado dos carreras (historia del arte y náutica, ahí es nada), estudios varios, música coral, trabajos mileuristas, cuentos publicados y postales acumuladas (si, eso colecciono) y he regresado hace poco a esta página donde comencé a escribir críticas literarias. Cosas malas, buenas y superiores. La vida misma.

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