Los juegos siempre han monopolizado nuestro tiempo de ocio. Desde los primitivos juegos de mesa (destacando los dados y los naipes) hasta los juegos más tecnológicos de estos tiempos digitales, en donde algunas ofertas de entretenimiento abarcan ese nuevo ámbito de la realidad virtual. Es la nueva experiencia del usuario, ávido de sentir nuevas emociones y sensaciones. Los juegos, en definitiva, son otra expresión de cultura y de un gran aprendizaje en cuanto a conocimientos y en el desarrollo de diferentes habilidades. Asimismo, apoyándose en las nuevas plataformas digitales, los juegos tradicionales y modernos confluyen como oferta hacia un gran número de usuarios, y esto ha impulsado que muchos juegos vivan una segunda juventud, como sucede con un juego de naipes mundialmente conocido: el póker.
El póker es un juego que data de tiempos prehistóricos y, aunque ha evolucionado, este juego de naipes siempre ha mantenido su esencia, incluso en su adaptación a las nuevas tecnológicas, posibilitando que se pueda disfrutar de manera individual o colectiva en modo únicamente de entretenimiento o de prácticas, con vistas a adentrarse en partidas más profesionales. Porque este juego de cartas no es el típico juego de naipes con reglas sencillas, más bien todo lo contrario: hay que conocer estrategias, controlar emociones, tener un pensamiento ágil e incluso conocerse al dedillo el significado de un sinfín de términos como jugar ‘sin límite’, con ‘límite fijo’ o con ‘pot-limit’. Y otros muchos que darían para desarrollar un texto completo sobre la cultura que encierra este juego de masas del entretenimiento.
Los juegos son ocio y cultura
Esas enseñanzas culturales quedarán para otro momento, porque en los siguientes párrafos nos fijaremos en las enseñanzas que nos deja este juego de cartas, más allá de la competición y profesionalización en la que se adentran determinadas personas, capaces de ver este juego como una forma sana de ocio y acabar convirtiéndolo en su carrera profesional. ¿Sabían que el póker aporta muchos valores en términos educativos, personales y culturales? La respuesta, en la mayoría de los casos, es negativa, puesto que se asocia a este juego de cartas con las apuestas y esos grandes torneos en donde se mueven millones de euros. Son los menos, puesto que sí existe ese mito que indica que jugando al póker uno se hace millonario. Son los menos.
Este juego de cartas cuenta con numerosas bondades. La primera es meramente de ocio y entretenimiento. Es un juego de cartas al que pueden acceder todo tipo de personas. Luego, efectivamente, hay diferentes niveles, por lo que deberán jugar con otras personas que tengan los mismos conocimientos. Como sucede en cualquier otro juego. La diversión, entonces, está asegurada; de lo contrario, todos se aburrirán. Y no es el objetivo. Asimismo, el póker al ser un juego de cartas es otro ejemplo de los muchos que existen en esa cultura de naipes tan arraigada en muchos países, como sucede en España.
Potenciar habilidades educativas y cognitivas
Más allá de ser un ejemplo de ocio y entretenimiento y representar a un sector cultural e histórico de ese determinado país, el póker ofrece bondades como potenciar la concentración de los participantes. El póker, en niveles especialmente altos y no tan elevados, exige aislarse del mundanal ruido y pensar exclusivamente en las combinaciones de cartas y en las estrategias a poner en práctica durante esa partida. Esta capacidad no siempre es sencilla para todos, y no sólo sucede en este juego de cartas. La concentración afecta a todas las tareas de nuestra vida. Si uno está concentrado en hacer una determinada cosa, ésta saldrá mejor que si no está concentrado. Y esta habilidad se entrena. Asimismo, y muy ligado a esta habilidad, está la observación. Otra cualidad que nos puede proporcionar mucha información en nuestra vida a la hora de realizar diferentes funciones, y, obviamente, en este juego de cartas.
Jugar a los naipes, y especialmente a determinados juegos como el póker, exige, entre otras cosas, un punto de creatividad. Y esto, si se trabaja y desarrolla de manera óptima, puede ser muy eficaz a lo largo de otras tareas de nuestro día a día. Ser creativos ofrece soluciones idóneas en determinados momentos, adelantándose al resto; al tiempo que dibuja nuestra personalidad en el momento de afrontar determinadas situaciones personales y profesionales. Y esto entronca con la competitividad. Ser competitivos es otro rasgo que se potencia con cualquier tipo de juego, no sólo con este juego de cartas. Esta habilidad, por ejemplo, es muy apreciada entre aquellos famosos deportistas que se adentran en este ámbito de ocio.
Las matemáticas también pueden explicarse con las cartas. Jugar a los naipes obliga a hacer cálculos y análisis numéricos y de posibles combinaciones (en función de las reglas de cada juego, obviamente), lo que desemboca en potenciar esa creatividad de las que hablábamos anteriormente y, ahora, de elevar esa capacidad de saber de matemáticas. Y esto, al tiempo, eleva esa capacidad de tener un pensamiento rápido y de fácil adaptación ante determinadas situaciones, a las que debemos hacer frente y superar de manera holgada. Estos factores cuentan con una importante cuota de influencia a la hora de desarrollarse diferentes partidas, puesto que en los juegos de naipes, esa suerte, o también denominado azar, no siempre ayuda.
Finalmente, en la vida y en el ámbito cultural, las emociones, y sensaciones, son otro elemento que fluye a la hora de ver un espectáculo o desenvolverse en alguna de las múltiples opciones de entretenimiento. Esto también sucede en los juegos de cartas y especialmente en el póker, en donde hay que saber controlar las emociones y los gestos, ya que de lo contrario, podríamos dar una cierta ventaja a nuestros adversarios, aunque el objetivo está en divertirse y pasar un buen rato con amigos o incluso en solitario practicando contra una máquina, aunque en este caso, la experiencia de usuario no será tan completa como cuando compartimos espacio de juego con nuestros conocidos. Y, por supuesto, potenciar, un buen número de habilidades personales, educativas y cognitivas.