El pasado 15 de noviembre Roca editorial reeditaba “American Gods”, de Neil Gaiman. Pero no cualquier reedición, sino la edición ilustrada publicada en 2017 por The Folio Society (una editorial londinense especializada en la publicación de ediciones coleccionistas de los grandes clásicos de la literatura). Las ilustraciones corren a cargo del renombrado Dave McKean, que ya ha trabajado numerosas veces con otras obras de Gaiman, mientras que la traducción al español es obra de Mónica Faerna.

Además, el propio Gaiman aprovechó el relanzamiento para revisar y actualizar “American Gods”, por lo que estamos ante la versión definitiva del libro, que contiene unas 12.000 palabras más que la original.

Una excusa perfecta (si es que se necesita alguna) para echarle el guante a este clásico de la fantasía moderna, y adentrarse en los oníricos y mitológicos mundos a los que el autor nos tiene ya acostumbrados.

American Gods ilustradaY para mí, la ocasión, al fin, de leer esta historia. Una historia sobre la que tenía grandes expectativas que, como siempre, Gaiman se encargó de esquivar, pues en “American Gods” me encontré con una novela muy distinta a la que esperaba.

Quienes solo hayáis oído hablar de ella, tal vez por la serie que espera ahora su segunda temporada, sabréis que trata sobre una guerra entre los dioses de las antiguas religiones y las nuevas deidades de la televisión e internet. Y efectivamente, la trama gira en torno a ello, pero no hay grandes batallas épicas, ni explosiones de colores ni paladines elegidos, que era justo lo que tenía en la cabeza.

No. “American Gods” sigue a Sombra, un exconvicto que tras salir de la cárcel se encuentra con que su mujer ha muerto, y con un anciano llamado Wednesday que le ofrece trabajar para él. Con su antigua vida ya perdida, Sombra acepta la oferta, para descubrir poco después que el excéntrico timador de su jefe es realmente un dios. Uno que pretende iniciar una guerra para acabar con las nuevas deidades, antes de que estas los destruyan a ellos.

Pero en vez de lanzarse a dar espadazos o tirarse rayos de colores, nuestro protagonista y Wednesday se embarcan en un viaje por medio Estados Unidos para reunir a las deidades de las antiguas religiones del mundo y convencerlas de que se unan a la lucha. Divinidades sin creyentes, venidas a menos, que sobreviven a duras penas en una tierra donde ya no los recuerdan.

Así, en medio del folclore estadounidense y las mitologías de medio mundo, conoceremos a personajes de los panteones nórdico, eslavo, egipcio, germano, hindú, africano… nos acercaremos a sus costumbres y rituales desde la aguda perspectiva de Gaiman, que ha sabido captar la esencia de todos los dioses y criaturas diversas otorgándoles una personalidad y un desarrollo magníficos.

Mientras, la guerra que originó la trama de “American Gods”, aunque sirve como motor y objetivo de la historia, parece que no va a llegar nunca. Porque lo importante aquí es el viaje, lo que Sombra aprende de él y cómo le hace evolucionar, convirtiéndole en quien debe ser; conduciéndolo hacia un final en el que todo encaja, cuyo ritmo se precipita y que cierra con broche de oro una novela muy, muy interesante.

Esa es la palabra que para mí define la novela. Y es que no importa si se produce o no la batalla, si el autor le dedica un capítulo entero a personajes que no volverán a aparecer, o si se recrea en cómo un dios egipcio hace una autopsia. Porque en esta novela todo es interesante. Cada maldita línea se disfruta. Y no con ese enganche ansioso de necesitar leer el libro de un tirón (tiene 600 páginas, buena suerte), si no con esa lectura más pausada, paladeando cada escena, buscando su significado, su mensaje. Uno que habla sobre el significado de las religiones, sobre la necesidad y la fugacidad de la fe, sobre el comportamiento del ser humano.

Poco más diré sobre la historia del libro. Porque hace mucho tiempo que se publicó, y seguramente muchos de los interesados en su edición ilustrada ya lo habréis leído; y porque es una de esas novelas sobre las que cuanto menos sepas, mejor.

Me detendré, sin embargo, en la maravillosa edición que nos han traído The Folio Society y Roca editorial. Un precioso tocho en tapa dura de 556 páginas, entre las que se encuentran una introducción a las ilustraciones escrita por Dave McKean, un comentario sobre la edición del propio Gaiman, así como un apéndice donde podemos leer un fragmento no incluido en la novela en el que Sombra se encuentra con Jesús, y que no tiene pérdida alguna.

Esta edición de “American Gods” contiene once ilustraciones (además de la cubierta, que también está diseñada por Mackean) donde los tonos azules del mundo terrenal se unen con los dorados y los broncíneos de la dimensión divina, en una paleta de colores sencilla. La temática central pasa por las estatuas totémicas de bronce, y por poner siempre a Sombra en azul, “entre sombras”, como indica el autor. Cada una de estas ilustraciones está llena de detalles, significado y potencia. No podían encajar mejor con la obra que representan.

La traducción es correcta y contiene cuantas aclaraciones necesitan los lectores para comprender cada expresión de la novela. La maquetación está muy bien cuidada y, aunque hubiese agradecido un tamaño de fuente un poco mayor, en general la sensación de lectura es fluida y agradable. ¿Os he dicho ya qué bonita queda en la estantería?

Estamos, en resumen, ante la edición definitiva de “American Gods”. Si no tenéis el libro, esta es con la que deberíais haceros, por ser la más completa y actualizada. Y si ya disfrutasteis de la lectura en su momento, también: por las magníficas ilustraciones, el texto modificado y pulido al gusto actual de Gaiman y los diversos extras que no se pueden encontrar en otros formatos.

No perdáis la oportunidad de regalaros esta maravilla de la literatura fantástica que os devolverá la fe en los dioses americanos.

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Cris Carou
Profundamente enamorada de las historias y de cualquier formato que sirva para contarlas (especialmente el papel). Cuando no estoy creando mis propios mundos de fantasía, analizo y reseño los de los demás. Admito dragón como animal de compañía.

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