Frances McDormand en Nomadland

Cuando el cine adapta una obra cualquiera siempre se mueve por el mismo fino cable: aquel que separa, en un extremo, a la reproducción fidedigna, de la inspiración más lejana. Habitualmente, tal debate se resuelve diciendo que son dos obras independientes y que, como tal, deben ser considerarse. Sin duda, esta es una respuesta políticamente correcta, conveniente para muchos, pero también profundamente falsa e insatisfactoria. Que se la digan a Jessica Bruder, periodista en cuyo reportaje se basa ‘Nomadland’, a ver qué le parece.

El libro de Jessica Bruder, ‘País nómada. Supervivientes del s. XXI’ (Capitan Swing, 2020), se parece a ‘Nomadland’ (Chloé Zhao, 2020) tanto como un huevo a una castaña. El drama evidente, la dureza de las situaciones, el fondo indignante a partir del que -en cuanto consecuencia- surge esta forma de supervivencia (cambia el nomadismo si pasamos de pensarlo como una forma de supervivencia, que es el enfoque de Bruder, a pensarlo como una forma de vida, que es el enfoque de Zao), se suprimen quirúrgicamente para dar luz a un retrato frío sobre la miseria sobre ruedas.

Esto es consecuencia del estilo de Chloé Zhao, de su forma de retratar estos dramas, con una perspectiva más individual que social y más tendente a mirar hacia adelante que a mirar hacia atrás. No en vano, ‘Nomadland’ recuerda en muchísimos momentos a la anterior película de Zhao, ‘The Rider’ (2017): por su manejo de la cámara a la hora de enfrentarse a los espacios abiertísimos, a las colinas y las llanuras; o a situar en estos paisajes a sus personajes cuando éstos están reflexionando sobre sus vidas con esos ojos perdidos en el inmenso espacio sin fin. Fiel a su estilo de dirección, Zhao nos entrega una película sin grandes honduras, más experiencial que existencial, más de momentos que de historias, de colores fríos y emociones contenidas.

La actuación de Frances McDormand encaja a la perfección aquí. Sus grandes ojos azules y su sonrisa contenida, su voz tranquila y pausada, su mirada perdida ante el espacio vacío o ante los demás, sirven para definir a un personaje ambiguo y sin rumbo, perdido, atemorizado ante un viaje sin destino -y, aparentemente, sin sentido- que la lleva, literalmente, a ninguna parte. Ella avanza no sabemos si como remedio para algo o como huida de algo, pero huye. Y es aquí, en estas costuras del personaje principal, en esta motivación oscura y nunca bien definida, dónde la película se pierde y nos confunde.

Nos sorprendió muchísimo, de hecho, que la hubiesen nominado a mejor guion adaptado en los últimos Oscar.

Póster de NomadlandLa razón quizás haya sido el aprovechamiento que la narrativa le saca, precisamente, a esta debilidad. Fern (McDormand) abandona su localidad de residencia de Nevada después de que la gran empresa allí asentada desapareciese. A partir de aquí, comienza un viaje sin rumbo, cogiendo trabajos aleatorios con la única intención de ir sobreviviendo, aquí o allá, dentro de su furgoneta. Inexplicablemente, desde el comienzo, parece adaptarse bien a esta vida, hasta el punto de parecernos ver cierto “orgullo nómada”; una sensación asentada desde que la vemos conversar con otras personas nómadas durante su camino. Tanto es así que nos chirría el uso de la idea de “hogar” que se hace, algo, en nuestras mentes, bastante más lejano a una furgoneta o a un coche.

En este camino, la debilidad argumental de Fern le ayuda a servir de “presentadora” de la realidad nómada de otras personas que, como Linda May (nómada real, por cierto), sí saben lo que es esa vida. Se nos muestra en su rictus triste, en sus pieles ajadas o en sus lágrimas. No se llega nunca a profundizar demasiado, pero lo que se ve conmueve y permite intuir la raíz invisible de ese inmenso dolor. Este es el punto fuerte de ‘Nomadland’, lo que ha hecho que para muchos críticos esta superficialidad funcione. Pero tras estas escenas vienen otras donde la debilidad de Fern vuelve a estar ahí, presente, recordándonos que tras ese hermoso escenario hay, como un molestísimo ruido de fondo, opacidad y confusión.

‘Nomadland’ tiene las mejores virtudes provenientes del estilo de dirección de Zhao y de la actuación de McDormand que, aquí, se han encontrado y combinado de forma perfecta, en una cinta emocionalmente contenida con chispazos de realismo conmovedor. Pero, en el lado de los defectos, a la película le falta un fondo argumental sólido al que agarrarnos y le sobran escenas revestidas de falsa trascendencia.

Ahora que el estilo de Chloé Zhao se va al universo Marvel, pues ella está a cargo de ‘Eternals’ (con fecha de estreno, de momento, el 5 de noviembre de 2021), veremos, en una película sin las mismas costuras a las que está acostumbrada, de qué es capaz. Nosotros tenemos, Oscar aparte, los dedos cruzados.

Nota: 6/10

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Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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