Todo el que conoce mis gustos comiqueros sabe que soy un ferviente admirador de Neal Adams, el creador –por ejemplo- de la iconografía de Batman tal y como la hemos conocido hasta nuestros días, o el diseñador de personajes tan icónicos como Ra’s Al Ghul. Un grande entre los autores históricos del mundo del cómic y un pionero a la hora de tratar los candentes temas sociales y políticos de la época en sus cómics. No en vano, personajes como Deadman, Linterna Verde, Flecha Verde, Batman, Los Vengadores o la misma Patrulla X han alcanzado su cénit gráfico de mano de este veterano dibujante neoyorquino.
Pero vamos a centrarnos en la obra, que me disperso: es maravilloso ver cómo este genio se lo guisa y se lo come en “Superman vs. Muhammad Ali”. Ojo a la historia, que empieza de manera muy convencional pero pronto toma tintes surrealistas: unos invasores alienígenas llegan a la Tierra en busca de un campeón que luche contra su guerrero más poderoso. Y encuentran dos en una cancha de baloncesto de uno de los guetos de Metrópolis: Superman (como Kent) y Mohammed Alí, que está enseñando a jugar al baloncesto a los chavales del barrio (ojo cómo machaca el famoso boxeador recientemente fallecido, ni Jordan, oiga. Además… ¿Qué va a hacer un famoso boxeador más que enseñar a los chavalines del gueto a jugar al basket?). En fin, que una vez retados y para poder probar su temple, los dos campeones potenciales de nuestro planeta se ven obligados a tener su propio combate de boxeo para decidir quién se enfrentará al campeón extraterrestre.
Alí tiene que entrenar a Supermán, superfuerte pero poco puesto en pugilismo, en un tiempo récord. Afortunadamente, el kryptoniano tiene algunos ases en la manga: en este caso la construcción de un anillo habitable en los límites del espacio, allá donde el tiempo transcurre más lento para poder disponer de un mayor plazo de entrenamiento con la mínima pérdida de tiempo fuera de ese espacio relativista. Y… En fin, os invito a descubrir quién gana ese combate para enfrentarse al paladín de los marcianos invasores. Así como la elaborada estratagema que utilizan para asegurarse la victoria. ¡Y todo de manera limpia en cuanto a narrativa, oiga!
No obstante, el nivel de detalle de la historieta no es tan meticuloso como en la cubierta, pero sigue estando: desde el montaje de la formación de las diferentes razas alienígenas creadas por Neal Adams, o las explicaciones de cómo se boxea (totalmente reales). En sólo 73 páginas, se aseguran de que hay algún tipo de medio unificador lógico para concatenar esta surrealista historia, llenándola con tantos hechos y explicaciones que, al final, consigues que te encojas de hombros aceptando limpiamente el argumento y disfrutando de todo lo que los autores tienen que decirnos.
Se abre el libro con una vista en dos páginas de una calle de Metropolis, con Clark Kent, Lois Lane y Jimmy Olsen caminando entre la gente en busca de una historia. Y es solo una excusa para que veamos cómo Adams representa una calle de una ciudad de 1970 con todo tipo de personas y artículos genéricos propios de la época, una calle como las que podríamos encontrar en Nueva York o Chicago típica de los días de verano, en la que podrías comprar tus frutas y hortalizas frescas en la tienda de la esquina. Ese detalle y cuidado lo pone en todas las páginas de este cómic (aunque no tanto como en la portada, insisto). Para un autor tan conocido y tan icónico en el mundo de la historieta, esta obra puede ser el mejor espejo semicómico que haya hecho. Llena todas las páginas con maravillosos dibujos que nos muestran infinidad de situaciones: a Superman y Ali caminando por una nave extraterrestre, una “Splash” en la que vemos cómo el campeón de los pesados enseña a boxear a Superman, o mostrarnos cómo Alí lanza marcianos a puñetazos fuera del ring… No se guarda nada, sino que deja estallas toda su energía en cada página.
Y no nos dejemos casi lo mejor de este cómic: su cantidad de extras: 19 páginas con el desglose de personalidades de la portada, bocetos variados y diseños, el contexto histórico de la obra y lo que llevó a escribirla, la biografía de los autores… todo lo que siempre quisiste saber y nunca te atreviste a preguntar.
Este cómic tiene todo lo que un lector puede desear: grandes personajes, páginas repletas de ideas y dos grandes creadores. Además, es un volumen histórico que todo aficionado debería tener, ya que supone el canto del cisne de lo que significó la Edad de Plata del cómic americano. Y, también, un sentido homenaje a un gran boxeador que ya no se encuentra entre nosotros, un superhéroe en su época que ganó por derecho propio el hacer equipo con el ser más poderoso de la Tierra: Superman. Dos auténticos superhombres unidos en un objetivo común por el bien del planeta.
Una obra grandiosa y extravagante al mismo tiempo que no sólo satisfará a los lectores veteranos. ¡Animaos a descubrirlo!