Los estudios sobre microbiota, aún en fase incipiente, están revolucionando nuestro conocimiento sobre el cuerpo que nos sostiene y la mente que lo dirige. La microbiota (o microbioma), el conjunto de microorganismos que se localiza de manera habitual en distintos puntos de los cuerpos de los seres vivos pluricelulares, sostiene una relación simbiótica mutualista con nosotros, de forma que unos y otros consiguen ventajas que de otro modo resultarían difícil o imposibles de obtener. Nuestro cuerpo, en realidad, está colonizado por unos 100 billones de bacterias, virus y otros microorganismos (unos 38 sólo de bacterias), que intervienen en funciones tales como la digestión, síntesis de vitaminas y otras sustancias, que ayudan a expresar genes y previenen enfermedades, como veremos en “¡Es la microbiota, idiota!”.
El equilibrio de la microbiota del intestino humano y de la vagina, entre otros lugares, es esencial en el mantenimiento de una buena salud, y una disbiosis (o desequilibrio) de ella puede ocasionar afecciones graves o intervenir en trastornos variados, algunos de ellos mentales. Es, pues, de importancia capital, conocer nuestra microbiota a fondo, y qué podemos hacer para regularla, en caso de disfunción.
Tras más de veinte años de experiencia clínica, en la actualidad Arponen se dedica sobre todo a la formación y divulgación en el ámbito de la microbiota y la medicina del estilo de vida. Es autora de los libros “¡Es la microbiota, idiota!”, “El sistema inmunitario por fin sale del armario” y “En la cocina con la doctora Arponen”.
El libro que nos ocupa podría calificarse como de Autoayuda, si realmente los títulos que se publican bajo ese epígrafe realmente sirvieran para ese fin. “¡Es la microbiota, idiota!” resulta ser un potente ensayo divulgativo sobre ciencia, pero su mayor utilidad reside precisamente en la forma en que su contenido puede revolucionar nuestro día a día y la forma en que concebimos y podemos manejar nuestra propia salud.
Arponen comienza con una exposición sobre microbiota y salud, salpicada por casos reales de pacientes que pasaron por su consulta, ya totalmente desesperados con respecto a sus trastornos. Al nacer, nuestras madres nos proporcionan nuestra primera versión de la microbiota, con su vagina (en el caso de parto vaginal, gracias al moco, aunque hay estudios que indican que este proceso comienza en el mismo útero y otros con el mismo líquido amniótico) y con su leche materna, que nos aportan potentes herramientas para digerir alimentos y enfrentarnos al mundo. Después del nacimiento, todo lo que hacemos en nuestra vida diaria influye sobre la microbiota, y su desequilibrio se manifiesta, con el tiempo, como trastornos digestivos, neurológicos, orales, cutáneos… y con un estado de ánimo alterado. La alimentación y el estilo de vida son herramientas necesarias para conservar un estado saludable. La microbioterapia, con una alimentación específica (con probióticos, prebióticos, suplementación nutricional, etc) es una poderosa herramienta para mantenernos saludables, y Arponen nos da muchas claves que nos resultarán de enorme utilidad.
La autora nos habla de microorganismos como la Akkermansia muciniphila (asociada a la longevidad), las bifidobacterias, las Christensenellaceae, las Lactobacillus, los Firmicutes, las enterobacterias… y también de los virus que alberga nuestra microbiota, y que a menudo son, para nosotros, más beneficiosos que perjudiciales. Los alimentos que comemos y el ejercicio físico serán claves para conservar una comunidad de microorganismos que asistan y potencien las funciones más básicas de nuestro cuerpo, incluidas las inmunitarias y las cognitivas.
La doctora Arponen también nos habla en “¡Es la microbiota, idiota!” sobre trastornos frecuentes, sobre el gluten, la celiaquía, el síndrome del intestino irritable, el acné, la dermatitis atópica, la psoriasis, la enfermedad inflamatoria intestinal, el síndrome del intestino permeable, el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO), etc, y sus interacciones con la microbiota.
Por supuesto, la autora no se limita a la microbiota intestinal, sino que también analiza la microbiota de la piel, la de la vagina y de otros lugares de nuestro cuerpo, con valiosos consejos sobre cómo mantenerlas en perfecto estado de revista.
Especialmente útil resulta el apartado sobre soluciones con que, al final del libro, la doctora Arponen nos obsequia para poner el broche de oro a este valioso ensayo. Como decía, “¡Es la microbiota, idiota!” nos ofrece un pequeño y accesible manual de autoayuda corporal, con la salud y el rigor científico como bases. En este volumen no te encontrarás un solo párrafo de pseudociencia o mindfulness mal entendido, sino el despliegue de una rama de la ciencia que revolucionará en el futuro la forma la que entendemos nuestros cuerpos y su salud, y que aún es la gran desconocida, incluso en Sanidad. Merece la pena zambullirse de lleno en su amena lectura, con algunas dosis de humor y sarcasmo, con el fin de mejorar nuestra propia nutrición y cuidados.
Me gustaría, desde Fantasymundo, felicitar a la doctora Sari Arponen por sus dotes comunicativas, algo por desgracia no muy común entre los profesionales de la salud (es muy difícil ser bueno en más de una disciplina), ¡seguro que este libro hará mucho bien!
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