Entre las novedades de agosto y septiembre de Norma Editorial nos llegaban los tomos 7 y 8 de “Im, el sumo sacerdote Imhotep”, de Makoto Morishita. Una historia que mezcla los tropos del shonen con elementos de la mitología egipcia, como deidades, simbología y personajes históricos.
Es el caso del sacerdote Imhotep, quien, tras un sueño de 3.000 años, regresa a la vida con la misión de detener a los terroríficos magai.
Para quienes no sigáis la serie o no estéis al día, os invito a leer las reseñas anteriores, donde os cuento sin spoilers qué podéis esperar de ella, ya que este artículo puede contener datos relevantes de la trama hasta el volumen 6.
Más tarde el grupo de sacerdotes llega a la sede central de los Sacerdotes de Amón en Egipto, donde conocen a nuevos personajes, nuevos misterios, y donde se produce un reencuentro muy esperado a través del cual sabremos qué se escapó del infierno hace 3.000 años.
Ya en el tomo 8 de “Im, el sumo sacerdote Imhotep”, el caos se desata en la sede central, e Imhotep toma el control para salvar la ciudad oculta y a los magai, lo que pondrá a prueba el límite de sus fuerzas. A su vez, Hinome se ve atrapada en un enredo interno a causa de sus recién adquiridos poderes. Mientras los sacerdotes luchan para proteger a su gente, la verdadera identidad de Im es revelada.
La trama evoluciona así a un ritmo frenético, tirando de varios clichés del shonen, sí (¿soy la única que encuentra los poderes de Hinome totalmente innecesarios?). No obstante, el mangaka sabe jugar bien con la épica y consigue enardecer los ánimos del lector en los momentos justos. Los continuos datos sobre la mitología y las deidades egipcias mantienen el interés constante, aunque el conjunto en ocasiones resulta algo abrumador. Y, sobre todo, me hace replantearme cómo va a evolucionar el manga, porque parece imposible mantener la tensión de estos dos tomos hasta el final de la serie.
Los personajes de “Im, el sumo sacerdote Imhotep” no dejan de ser típicos del shonen. Aunque llamen la atención por sus diseños inspirados en la simbología egipcia, están ahí para cumplir su función como la corte de Imhotep, protagonista indiscutible que se lleva el 48% del carisma del manga. El peso del error que carga a sus espaldas desde hace 3.000 años, sumado a su despreocupada egolatría hacen de él un personaje muy querido. El otro 48% (dejémosle un 4% al resto del elenco, que también mola a su manera) lo pone Zoser. Y es la relación entre estos dos amienemigos la que sostiene los cimientos del manga. Una relación de amor y odio, de culpa y resentimiento, pero también de esperanza. Una relación que va a dar un vuelco con ese cliffhanger final.
Del diseño de Makoto Morishita poco puedo añadir que no haya dicho ya en anteriores reseñas: sus personajes inspirados en Egipto son espectaculares, especialmente los dioses, Im y Zoser. La simbología está presente en cada rincón de cada página. La acción está bien reflejada, la narrativa es dinámica y las viñetas fluyen de modo que cada escena resalta justo la emoción que debería. Estamos ante un manga visualmente muy emocionante.
En cuanto a la edición de Norma Editorial, está perfectamente cuidada, y resulta agradable a la vista y cómoda de leer. La traducción es natural y ayuda a la lectura.
En definitiva, estamos ante una historia más que entretenida, cargada de acción, de secretos y sostenida por dos grandes personajes, con la cual te será imposible aburrirte.
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