Cine y TV

«Los chicos del bádminton»: una promesa con muchas esperanzas y tropiezos

La unión hace la fuerza es una frase que se ha transmitido casi como un proverbio popular. El dorama coreano Los chicos del bádminton podría usarla como lema de principio a fin. Una historia en la que destacan valores como la amistad, la empatía, la deportividad y la honestidad. La serie está completa en Netflix.

Una frustrada vida en la ciudad, una salud precaria y un sueldo aún más endeble provocan que Yoon Hyun Jong y sus hijos, Yoon Hae Kang y Yoon Hae In, se muden a un pueblo perdido en la naturaleza, muy lejos de Seúl. Yoon Hyun Jong comienza a trabajar como entrenador para un equipo de bádminton estudiantil que está al borde del colapso. ¿Logrará sobrevivir al año escolar?

Bien, ya que hablo de honestidad tengo que ser sincera en este punto. El dorama tiene fallos, algunos de ellos bastante grandes. Sin embargo, no por ellos puedo dejar de recomendarlo. ¿Por qué? Porque las cosas que hace bien las consigue con honores. A través de sus múltiples tramas la serie se mantiene leal a sí misma durante los dieciséis episodios.

El reparto tiene una actuación muy coral, aunque hay algunos personajes que destacan más que otros, como el entrenador Yoon Hyun Jong, el deportista Yoon Hae Kang y la deportista Han Se Yoon. A través de los jugadores de los equipos de bádminton masculino y femenino, los valores de la camaradería, la deportividad, la empatía, la solidaridad y la sinceridad se van aglutinando lenta, pero inexorablemente, hasta convertirse en un fuerte unido y creíble. Yo soy la primera a la que el deporte no me despierta ninguna emoción en especial como espectadora, pero hay un ánimo tan positivo, tan fuerte, con los seis deportistas que es imposible no querer animarles.

Imagen oficial de «Los chicos del bádminton». | Fuente: Hancinema.

La vida en el pueblo

Corea del Sur está construido de tal manera que está muy centralizado en la capital. Prácticamente todas las grandes empresas y sedes gubernamentales están presentes en Seúl. Esto ha provocado un abandono y deterioro del ámbito rural, convirtiéndose en entornos de población envejecida y con dificultad para acceder a múltiples servicios.

Los chicos del bádminton es un reclamo a ese entorno rural que, por diferente que sea a las áreas urbanas, no debe ser olvidado ni sepultado. Es un aspecto que destaca como elemento de fondo en prácticamente todas las tramas. Desde el conflicto con los senderistas cosmopolitas hasta la soledad de muchas personas de tercera edad que se han visto separadas de esos familiares que se han marchado a la ciudad en busca de más oportunidades. La naturaleza tiene color y el ser humano puede vivir en ella es lo que dice uno de los personajes como recordatorio de que vivir en áreas rurales no tiene por qué ser socialmente menospreciado ni contar con una calidad de vida menor.

Imagen oficial de «Los chicos del bádminton». | Fuente: Hancinema.

¿Alguien a dicho «corten»?

Han Se Yoon (Lee Jae In) en «Los chicos del bádminton». | Fuente: Hancinema.

El director Jo Young Kwang, conocido por otros doramas como 49 Days (2011), Hyde, Jekyll, Me (2015) o Defendant (2018), tiene una filmografía que va desde el drama policíaco a la comedia romántica. Esta es la primera vez que se decanta por una historia deportiva y juvenil, lo que puede explicar algunos problemas con los tiempos, que es el principal talón de Aquiles del dorama.

Es muy lento. Pero muy lento. Lentísimo. Y lo peor es que lo es en momentos totalmente innecesarios. Existen multitud de escenas en las que podría haber metido tijera y el significado habría permanecido. Entiendo que buscaba precisamente ese ritmo tranquilo y sosegado que se asocia al campo, de la misma forma en que quería que la relación entre los chicos se desarrollara lo más naturalmente posible. Y es un sí, pero no. Porque podrían haber conseguido ese mismo efecto sin necesidad de esa lentitud constante.

El director, con la experiencia que tiene en el género dramático, es un poco desconcertante ver cómo aplaca los ritmos tan ágiles que necesitan los dramas para causar impacto. Quizás porque precisamente quería generar algo totalmente contrario a la adrenalina y la ansiedad que buscan el drama y las escenas de acción que optó por un ritmo opuesto. Pero volvemos a lo mismo. No siempre es necesario. Es en esas decisiones en las que el dorama falla.

No obstante, las escenas deportivas quedan bordadas, incluso diría que hermosas. Sin recurrir demasiado a recursos manidos en el género deportivo como la cámara lenta, aunque aparece de vez en cuando, Jo Young Kwang consigue un dinamismo, una agilidad, una compenetración entre la cámara, el escenario y el elenco muy pulida. Hay escenas en las que los juegos de cámara son vitales. Además aquí tira a cortar con tijera todo lo que tranca para conseguir ese efecto. El espectador no necesita ver todo el partido ni que casi se dote con superpoderes a los jugadores para disfrutar de este elemento de la historia. Y lo borda.

Tang Joon Sang en el detrás de cámaras de «Los chicos del bádminton». | Fuente: Hancinema.

¿Quieres otra taza de té?

Cuadro de relaciones de «Los chicos del bádminton». | Fuente: SBS.

Respecto al guion, de Jo Young Kwang, tengo sentimientos encontrados. La construcción de todos los personajes parte de ahí, al fin y al cabo. Son esas palabras los primeros atisbos reales de personalidad de cada personaje y esa parte está para enmarcar. Incluso aquellos secundarios que aparecen en un puñado de escenas contadas están muy bien definidos, nos llega su historia a cuenta gotas a veces, pero con mucha franqueza.

Sin embargo, tiende a irse por las ramas en las escenas más relajadas, que es lo que señalaba previamente al hablar de los problemas de dirección. No todos los diálogos son necesarios. Muy naturales, sí. Muy sinceros, también. Pero no tienen una cadencia ágil. Mientras los personajes conectan entre sí, el espectador puede sufrir el efecto contrario y desconectar al ver que las cosas no avanzan.

Un aspecto muy fuerte que tiene es que intenta transmitir los valores no mediante eslóganes o frases que casi parezcan sacadas de una libreta de Míster Maravilloso, sino a través de esas mismas conversaciones entre personajes y el desarrollo de las tramas. Los elementos como la vida, la muerte, la esperanza, la hermandad, la felicidad y la melancolía están siempre en el fondo de esas conversaciones. Calan mucho, y redoblan su impacto en las escenas clave. Es de esa forma que consiguen conmoverte al ver unos simples tuppers con comida preparada en la nevera, incluso más que en eventos que tradicionalmente tendrían una mayor carga emocional. Lo reconozco, al ver esos tuppers lloré. Esa naturalidad de los pequeños detalles es un triunfo en el guion.

Los chicos del bádminton es un dorama disfrutable, pero solo se lo puedo recomendar a aquellos que tengan ganas de algo tranquilo, ameno y que se dejen llevar. Porque una de sus virtudes es que gracias a esa misma naturalidad con la que tratan absolutamente todo, las emociones te van a brotar solas, sin darte cuenta. Cuando llega el momento de la despedida, una parte de ti se queda en ese pueblo. Eres uno más de la familia.

Imagen oficial de «Los chicos del bádminton». | Fuente: Hancinema.

 

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