La hija de los huesos: «esquirlas de veneno, intriga y otros menesteres»

Pasillos interminables, puertas con mil llaves escondidas y la arena corriendo sin parar. Como bien dicen, el tiempo no espera a nadie, ni siquiera a la hija de un emperador que se ve con todas las de perder. La hija de los huesos, novela de fantasía, aventura e intriga de Andrea Stewart, supone el primer título de la trilogía El imperio hundido. El libro lo ha publicado Trini Vergara Ediciones, con su sello Gamon Fantasy. Las primeras páginas están disponibles online.

A lo largo y ancho de todo el Imperio, existe un ritual pesadillesco e insalvable que pone a sus ciudadanos entre la vida y la muerte. A cada niño se le extrae un pedazo de hueso detrás de la oreja, en el cráneo. Una esquirla que el emperador usa para crear y controlar a sus quimeras, sus reflejos de la ley en las calles y el terror en las almas. Lin vive en ese oscuro palacio, sin recuerdos, sin respuestas y sin un camino que seguir. La única salida será aprender la misma magia de los huesos que controla su padre, pero, ¿podrá pagar el precio?

Andrea Stewart da pie a un relato de fantasía con normas complejas que funciona como un caleidoscopio del terror. A través de la perspectiva de los distintos personajes podemos comprender el alcance, el proceso, el temor y el futuro que cubre a todas las variantes sometidas a la magia de los huesos. Desde el que la conjura hasta el que la sufre.

La hija de los huesos cuenta con cinco personajes claves, cinco historias que se relacionan, se vislumbran o avanzan en paralelo, inconscientes del futuro que les espera: Arena, Lin, Jovis, Phalue y Ranami. Aunque las que más destacan debido a su recorrido por las páginas son las vidas de Lin y Jovis, eso no resta impacto a las otras tres historias ni al poder de las incógnitas que acarrean. No todas las llaves son de metal ni todos los secretos están protegidos tras una puerta, como le sucede a Lin. Conocer las historias de estos cinco personajes en realidad no trata de ver cómo esas vidas se solapan, como un rpg con caballeros, princesas y brujos. Stewart los lanza en sus travesías particulares, a la espera que que los cinco puntos de vista colapsen.

La autora estaba muy segura de la historia que quería contar desde la primera palabra, y es algo que comprendes incluso cuando es la primera vez que lees el libro. Stewart exuda seguridad, no hay palabra dejada al azar, no hay emociones y recuerdos que no vayan a hacer eco en el discurrir de las páginas. Aún así, es muy fácil que el lector no sepa qué historia pretende Stewart contar por mucha seguridad que detecte. La hija de los huesos supone un salto de fe, de elegir seguir a Stewart a través del camino pese a que ella no nos dirija la palabra. Es tarea nuestra pillarlo todo por nuestra propia cuenta, estar atentos al camino por el que nos lleva, a los susurros que la rodean y los mensajes escondidos entre líneas.

De eso último es algo que se aprovecha cada vez que puede y, francamente, le sale muy bien. Stewart es muy hábil con los malos entendidos producidos por los puntos de vista dispares, los impulsos que preceden las malas decisiones, el miedo, la euforia, las mentiras y los enredos. Se aprovecha de todo eso para crear un mundo retorcido y desesperado, un mundo injusto en el que abundan las preguntas y en el que aterra obtener respuestas. Aún después de terminarlo, hay muchas preguntas pendientes en mi cuaderno y que no obtendrán respuesta hasta la llegada del siguiente libro de la trilogía.