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In the Flesh: un thriller a ritmo del The Wall para amantes de Pink Floyd

Algunos de mis amigos saben que soy un gran apasionado de Pink Floyd en general y de su etapa con Roger Waters en particular. De hecho, me dejé doscientos pavos en la entrada para ver a Roger Waters cómodamente y lo bastante cerca cuando vino a Madrid con la gira de “The Wall” con toda la parafernalia original. ¡Y no me arrepentí! Una experiencia fabulosa. Así que en el momento en el que Rafa Amat anunció la salida mediante micromecenazgo de “In the Flesh”, no me lo pensé dos veces. Me metí de cabeza y no me arrepiento de ello. Bueno, sí me arrepiento de una cosa: el haber tardado tanto en hacer esta reseña.
   
¿Y por qué? Porque las 72 páginas de este cómic en cartoné bitono rezuman conocimiento y amor por la obra de Pink Floyd. Además, me encanta ver una cosa: normalmente los seguidores de este grupo británico suelen dividirse entre partidarios de David Gilmour, partidarios de Syd Barret o partidarios de Roger Waters. Y se nota que el autor es de los de Roger Waters, como el que esta reseña suscribe. Pero vamos a dejar de divagar y vamos al lío:
   
“In the Flesh” es la primera novela gráfica de Rafa “AleS” Amat, y este título dice mucho. Tras escuchar la canción del mismo nombre , me quedo con una frase que le pega a este título como un guante: “If I had my way, I’d have all of them shot”. Porque, en este retazo de vida del protagonista, veremos mucho asesinato, y mucha sangre. ¿Y por qué elegir “The Wall” como álbum de referencia para este cómic? Porque veremos mucha filosofía, misantropía y muerte… Como dice el álbum una y otra vez: “All in all it’s just another brick in the Wall. All in all you’re just another brick in the Wall”. Cada paso que da es, simplemente, otro ladrillo en el muro que construye para calmar sus luctuosas necesidades. ¿Cómo? ¿Queréis saber más? ¡Vamos allá!
   
Bueno… Todo comienza con la policía aporreando una puerta. Para esta escena suena “Vera“. El protagonista se vuelve hacia la puerta… y, a lo que pregunta, solo puedo responder: “Vera, Vera… What has become of you? Does anybody else in here feel the way I do?”. Tras ese momento, hacemos un flashback. El flashback es la seña de identidad de este cómic, y podremos ir hilando la historia de Rober. Sigamos:
   
Ahora escuchamos “Young Lust”. Rober llega a Londres en el año 1994, exactamente el año en el que los Pink Floyd dieron su último concierto juntos, el 29 de octubre, en Earls Court . Es lógico que el protagonista tenga esa canción en su cabeza: “I’m just a new boy… A stranger in this town” y, siguiendo ese curso, “Will some woman in this desert land make me feel like a real man? Take this rock and roll refugee… Ooh, baby set me free… Ooh, I need a dirty woman… Ooh, I need a dirty girl…” ¡Y parece que algo encuentra! Pero vamos a remontarnos un poco más en el tiempo.
   
Encadenando el significado de la letra de “Young Lust” nos encontramos en una rememoración de pornografía y sordidez protagonizada por la camarilla del protagonista cuando eran algo más jóvenes, en la que podremos entrever ciertos turbios intereses, profundizar un poco en la psique del personaje principal y conocer las peculiares teorías de Pablo, el que pone un nombre al monstruo asesino que protagoniza el cómic: “mi necesidad”. Además, reviviremos una traumática experiencia en un pub de Londres, que termina con una frase que rememora el “Ooh, I need a dirty woman…”: “Por el camino seguro que encontraré alguna zorra con la que entretenerme el resto de la noche”. ¡Y continuamos!
   
Y a partir de aquí, despierta el monstruo, exactamente como le pasa a Pink en la película “The Wall” (Alan Parker, 1982): primero la chica del autobús, luego Mónica (“Shine on your Crazy Diamonds” y “Wish you where here” –se dice que escrita a la memoria de Syd Barrett- y cierra con “In the Flesh”) y, luego, pasamos a conocer a Alice, ya de nuevo en Londres.
   
Antes de profundizar en la historia de Alice, entramos en la segunda parte del cómic: comenzamos con tres páginas que resumen buena parte de la Historia del éxito del grupo, y en las que el autor –con toda la razón del mundo- se declara comoperteneciente al bando de Roger Waters. Un repaso rápido por su discografía: el “The Piper at the Gates of Dawn”, “Animals” , “The Wall” , “The división bell” … Y muchos ejemplos y algunas anécdotas más que os invito a descubrir, como la elección de “The Wall” en detrimento de “The Pros and Cons of Hitch Hiking” que, a la postre, se convertiría en el primer álbum en solitario de Waters. ¡Cómo se nota la pasión del autor por el grupo! ¡Y el tío sabe! Pero sigamos: retoma la historia con Alice y un nuevo flashback… y aquí me detengo para no desvelar más de lo debido. ¿Cuántos peculiares ladrillos necesita Rober para construir su muro? ¿Hasta qué punto y con qué macabras y filosóficas intenciones? El marqués de Sade, Kierkegaard, Germán Londoño Carvajal (a propósito de su genial ensayo “SADE: EL ASESINATO COMO ACCIÓN MORAL Y SUS IMPLICACIONES POLÍTICAS”, Platón… Lo que cabe esperar de un estudiante de Filosofía.
   
Además, es cierto lo que recomienda el autor: hay que leer el cómic al tiempo que se escucha “The Wall”, dado lo similar del desarrollo entre la historia de Rober y la de Pink: en ambos casos se trata de personas que arrastran un determinado trauma y que, cansados de todo lo que rodea su cometido, se refugian en “su necesidad” como única opción para romper con el muro que, involuntariamente y que, paradójicamente debido a sus acciones, van construyendo a su alrededor. ¡Es fabuloso cómo encajan las dos historias sin que tengan absolutamente nada que ver! Esta historieta de sexo, Filosofía y sangre podrían haber sido el objeto de una melodía creada por Pink Floyd perfectamente.
   
¡Y hay un montón de guiños aparte de la banda sonora que se nos sugieren y mencionan a lo largo del desarrollo del cómic (me encantan los cómics con banda sonora)! Cine (“El millonario”. George Cukor, 1960), fotografías como ésta , arte (el “Three Studies for Figures at the Base of a Crucifixion”), de Francis Bacon), fidedignas representaciones de conocidos paisajes de Londres (destaquemos, cómo no hablando de Pink Floyd, la “Battersea Power Station”)… Vamos, que hay donde fijarse para disfrutar de la documentación que nos plantea Rafa Amat. Y, por cierto… Mete algunas referencias discográficas ajenas a Pink Floyd que merece la pena descubrir también.
   
En fin, en compañía de Rober, y a través de las letras de este conocido grupo de rock sinfónico y progresivo, recorreremos los distintos y atroces crímenes del protagonista a la vez que iremos montando el puzzle de su vida y motivaciones mediante oportunos flashbacks a la vez que seremos testigos de sus esfuerzos por llevar una doble vida: por un lado la del modélico estudiante de Filosofía, y por otro su aspecto asesino que ha logrado mantener oculto hasta ahora, pero… ¿Logrará conseguirlo en una tierra extraña al tiempo que su grupo fetiche se desintegra? Os invito encarecidamente a descubrirlo y perdeos en las páginas de este cómic mientras escucháis “The Wall”. ¿Conoces y te gusta el grupo? ¡No tienes excusa! ¿No lo conoces, o lo conoces muy poco? ¡No hay mejor excusa para iniciarte y disfrutarlo!
   
Un cómic para tener y para regalar. De éstos de editan muy poco, y está llamado a trascender su época. ¿Qué queréis conseguirlo y leerlo? ¡Es sencillo! Podéis haceros con él aquí .
   
Con respecto al estilo del autor, sólo cabe decir que el guión es impecable, que conoce la vida y obra de Pink Floyd a la perfección y que el dibujo, si bien caricaturesco, no impide que te sumerjas en la historia. Los toques de rojo, al estilo de “Sin City”, enfatizan determinadas situaciones que, de otra manera, quedarían muy sosas. No os dejéis engañar por es aparentemente infantil estudio de dibujo, pues el contenido es para adultos, y no solo por las escenas “de dos rombos”, sino por lo oscuro y denso del contenido. Se nota que es un producto meditado y hecho con mucho cariño.
   
Además, aporta muchos extras: cinco páginas con estudios de portadas, de personajes, guión, proceso de elaboración, entintado, la biografía del autor y los agradecimientos a todos los que hicimos posible la edición de este notable cómic. Y no me arrepiento de ello, queridos lectores.
   
Dejaos atrapar por esta lectura, iniciaos en la música de Pink Floyd (si no, simplemente, disfrutadla), haceos con este cómic, y… “Welcome to the Machine”.

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