Torres de Babel, de Ian Whates: un puñado de grandes relatos de estilo británicoNo se puede hablar de antologías en español sin mentar a Sportula, editorial que hace una gran labor para acercar la literatura breve de género a un público no siempre abierto a recibirla. Así lo atestiguan recopilatorios como “Mariposas en el oeste y otros relatos”, “Castillos en el aire” o la más reciente “Dark fantasies”, que llegó a librerías en junio de este año.

Casi al mismo tiempo (en mayo), Sportula publicaba “Torres de Babel”, una nueva antología de ciencia ficción del autor británico Ian Whates, muy conocido en Inglaterra pero aún inédito en nuestro país. ¿Y qué mejor forma de descubrir a un nuevo escritor que un libro que recopila 19 de sus relatos en una selección heterogénea tanto en tema como en longitud y tono?

En esta obra el lector encontrará organizaciones que trafican con drogas electrónicas, un primer encuentro con alienígenas en un ambiente un tanto peculiar, un perfume que preludia la muerte, trabajos que no son lo que parecen, gigolós del futuro, casas que guardan la inspiración o artistas obsesionados con los tiburones, entre otras premisas no menos interesantes.

Estamos, pues, ante un escritor todoterreno que igual le da a la ciencia ficción más clásica como a muchos de sus subgéneros, además de a la fantasía (aunque con moderación). Que parte de ideas bastante originales y que al mismo tiempo tienen siempre algo de terrenal, de cotidiano.

Cada relato está cerrado por un postscriptum, una breve explicación de Ian Whates sobre qué lo motivó a crear esa obra en cuestión o sobre lo que significa. Un detalle que me parece muy interesante y que todas las antologías deberían incluir. Además, Ian Watson es el encargado de abrir el libro con un epílogo sobre su compañero de letras.

Un puñado de textos destacan en “Torres de Babel”. “El asistente” es una divertida e irónica llamada al respeto hacia esos trabajos normalmente considerados de menor categoría como, por ejemplo, los equipos de limpieza. Un oficio que esconde muchos secretos ya que, cuando los chupatintas se van a sus casas al final del día, los limpias lidian con toda clase de obstáculos para mantener seguros sus entornos de trabajo.

“Rosa del segador” es un relato en el que, a través de una conversación de la que solo oiremos a uno de sus interlocutores, el protagonista narra algunos de los momentos clave de su vida, y de cómo estos están relacionados con un perfume floral muy característico. Un texto inteligente en cuanto a contenido y forma, de los que más disfruté en este recopilatorio.

Un prostituto con una habilidad mucho más que útil para su trabajo protagoniza “Cuán presto se va el placer”. El encuentro con una clienta muy atractiva desencadenará el desastre y hará que tenga que enfrentarse a un pasado turbio, y que el irónico karma le dé en las narices. Ingenioso y divertido a partes iguales, este relato que nos enseña a no mezclar el placer con su trabajo es una de las mejores piezas en cuanto a ambientación se refiere.

No puedo dejar de mencionar “Escuadélico”, un texto sobre un biólogo marino que, tras abandonar su papel como divulgador y defensor de los tiburones, comienza a destacar en el panorama artístico. Debra, una joven periodista, consigue una entrevista en exclusiva y descubre, muy a su pesar, a la musa del pintor. Un relato que he paladeado con gusto esperando el, eso sí, más que predecible final. Los tiburones siguen teniendo mala prensa en la ficción.

Torres de Babel, de Ian Whates: un puñado de grandes relatos de estilo británicoTambién hay relatos que no dan del todo la talla. “Montpellier” queda inconcluso, es solo un fragmento de lo que debió ser algo mucho más largo. Cierto que está ambientado en el universo de su saga “Ángeles oscuros”, pero como relato independiente aporta más bien poco. Por su parte “Muselina”, “El fusil” o “La melodía del piano” me parecen algo sosos y monocromos. El resto de textos que componen esta antología entran dentro de lo correcto. Son lecturas entretenidas a las que, en general, les falta algo de chispa. Aunque no puedo negar que el autor maneja muy bien la ambientación.

Tal vez sea debido al estilo de Ian Whates, que no ha acabado de convencerme: muy correcto, a veces poético, equilibrado y algo pausado. Un estilo que definiría como británico.  

No ayudó en nada un recurso muy utilizado en absolutamente todos los relatos de “Torres de Babel” (a veces incluso hasta tres veces por página). El uso de «de la que» en sustitución del «mientras» o del «cuando». Unos cuantos ejemplos son «de la que pasaba», «de la que entraba» o «de la que echaba un vistazo». Una expresión que, si bien no está mal utilizada, es tan poco habitual (y tan frecuente en la antología) que inevitablemente reparaba en ella, saliendo de la lectura. No sé si es una manía del traductor o un intento por aproximarse al texto original en inglés, pero no funciona. A ello se unen las erratas que salpican casi todos los textos, y que no contribuyeron a favorecer mi experiencia lectora.

Torres de Babel” es una antología correcta en general, con unos cuantos relatos muy buenos y que, creo, gustará a los fans de la ciencia ficción. Un libro entretenido que en lo personal (y debido sobre todo a un estilo que no encaja conmigo) no ha acabado de conquistarme. No todas las obras del mundo son para el 100% de los lectores. 

Pero esa no es razón para no darle una oportunidad. O sí. La elección es vuestra.

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Cris Carou
Profundamente enamorada de las historias y de cualquier formato que sirva para contarlas (especialmente el papel). Cuando no estoy creando mis propios mundos de fantasía, analizo y reseño los de los demás. Admito dragón como animal de compañía.

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