Mientras muchos científicos climáticos implícitamente definen el término «preindustrial» como la anterior al año 1800, una base de trabajo no sólo influenciada por la industria probablemente sería más antigua, según un equipo de investigadores internacional. Según ellos, la cantidad de dióxido de carbono que podemos emitir para cumplir con el objetivo de 2ºC de calentamiento global -según la Conferencia de París de 2015- es menor de lo que se creía.

«La comunidad de investigación IPCC utiliza una definición de la palabra ‘preindustrial’ que probablemente infravalore el calentamiento global que ya se había producido antes«, asegura Michael Mann, distinguido profesor de ciencias atmosféricas y director del Earth System Science Center del estado de Pensilvania. «Esto significa que tenemos mucho menos dióxido de carbono por emitir de lo que pensábamos, si queremos evitar la parte más peligrosa del cambio climático«.

Este equipo de investigadores exploró una amplia variedad de rangos de fechas para definir una base de trabajo «preindustrial», y la posibilidad de que, según esa línea de trabajo, la temperatura global subiera 2 o 1,5ºC. Hoy mismo han publicado sus resultados en la revista Nature Climate Change.

«Cuando el IPCC dice que el mundo se ha calentado 1ºC en comparación a la era preindustrial, probablemente el dato es incorrecto«, sentencia Mann. «Es probable que la cifra real sea 1,2ºC«.

Dado que las concentraciones de gases con efecto invernadero han ido incrementándose desde 1750, sería preferible definir una base de trabajo con fecha inferior, pero las mediciones instrumentales reales de temperatura no existían antes de 1800. También hay fenómenos naturales que impiden definir un único valor para la media de temperatura preindustrial a escala global.

«¿Qué período escoges entonces?«, se pregunta el autor principal del estudio, Andrew Schurer, investigador asociado de la School of Geosciences, en University of Edinburgh. «Las temperaturas cambian según factures naturales como los volcanes, y fluctuaciones de la actividad solar. Si elegimos el período entre 1600 y 1700 tendremos diferentes temperaturas de base que si elegimos el período comprendido entre 1500 y 1600

Los investigadores estimaron la base de temperatura gracias a simulaciones del Coupled Model Intercomparison Project Phase 5, una serie de herramientas utilizadas habitualmente para la investigación en las variaciones del clima. Utilizaron una mezcla de temperaturas simuladas de la superficie marítima y del aire para imitar observaciones reales de temperatura global. También utilizaron tres diferentes escenarios para las futuras emisiones de CO2, que asumen niveles variables de agresividad en la lucha contra el cambio climático.

Hallaron que, si asumimos la base de trabajo tradicional, con el peor escenario futuro de emisiones, hacia la mitad de este siglo, la temperatura subiría unos 4ºC. Con un escenario moderado de emisiones, los investigadores encontraron que mantenerse por debajo del objetivo de los 2ºC de subida global era poco probable. Sólo en el escenario más agresivo de reducción de emisiones de CO2 mantendríamos la subida de las temperaturas a 2ºC o menos.

Los investigadores también consideraron todos los períodos posibles para definir una línea de base de temperaturas de 1401 a 1800, y utilizaron 23 simulaciones con siete modelos distintos de referencia. Consideran que el calentamiento global comenzó antes del siglo XIX, definido de forma habitual como línea de trabajo de base, y lo cuantifican entre 0,02 y 0,21ºC. Según el período de referencia que se elija, podría diferir en casi nada, un quinto de grado centígrado.

Según Mann, necesitaríamos emitir un 40% menos de dióxido de carbono para mantenernos por debajo de los 2ºC de calentamiento global. «Los objetivos de la Conferencia de París deberían ser revisados». Según el estudio, «la comunidad internacional debe ser más precisa para definir la base de trabajo sobre la cual asentar objetivos en la lucha contra el calentamiento global

Fuente: Nature.

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Alejandro Serrano
Cofundador de Fantasymundo, director de las secciones de Libros y Ciencia. Lector incansable de ficción y ensayo, escribo con afán divulgador sobre temáticas relacionadas con el entretenimiento y la cultura cercanas a mis intereses.

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