Las chicas que soñaban con el mar, de Katia Bernardi: historia amable, narración simple

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La historia de doce mujeres rurales que se enfrentan a todo para cumplir su sueño. Lamentablemente, mal contada y destrozada por la simpleza en la narración.

Daone es una comune y un pueblo situado en la región de Trento, enclavado en su zona montañosa, muy cerca del monte Cadria, de 2254 metros de altura, del parque natural Adamello Brenta y del lago di Garda. Sus 588 habitantes están acostumbrados a inviernos muy duros y aislados, con una carretera que muere en este pueblo y las montañas del Trentino hacia el norte. Poseen una lengua propia, bailan el liscio tradizionale y su gastronomía se nutre de la caza y pesca locales con bastantes calorías para soportar los inviernos.

Este pueblo, además de varios restaurantes, una iglesia presidida por San Bartolomé y la Virgen de las Nieves y peluquería, es conocido por su Circolo di pensionati Rododendro (club de pensionistas Rododendro), donde se reúnen los mayores para jugar al bingo, planear las fiestas, decorar el pueblo, hacer excursiones, etc.

Hace unos pocos años el Rododendro y sus habituales saltaron a la fama en Internet por una curiosa petición: doce mujeres de Daone querían cumplir su sueño de ver el mar por primera vez y necesitaban recaudar fondos mediante un crowfunding para poder realizarlo. “Las chicas que soñaban con el mar” cuenta esta historia real.

He aquí que doce mujeres habituales del Rododendro deciden recaudar fondos para el club y se dedican a vender tartas en las fiestas de San Bartolomé. Pero como las tartas no les reportan el beneficio suficiente y todas desean ver el mar, se embarcan en la producción de un calendario solidario que representa los sueños de cada una. Sin embargo, el calendario, por rompedor, es un fracaso y tendrán que vérselas con las nuevas tecnologías y con conceptos a los que no están acostumbradas en absoluto, para conseguir sacar su sueño adelante, al menos las que no caen en una depresión grupal y deciden intentarlo.

A simple vista parece una historia genial y lo es. Esta historia sucedió de verdad y se puede seguir en Internet la pista de estas 12 aguerridas mujeres en su lucha por conseguir un sueño muy lejos del alcance de la ruralidad de Daone. Sin embargo, desgraciadamente, es un libro fallido.

Katia Bernardi es directora y guionista de cine, nacida en Trento, que descubrió la historia de las mujeres del Rododendro de Daone y decidió rodar un documental. Tuvo mucho éxito y anduvo por los festivales de Phoenix, el Full Frame de Carolina del Norte y el Festival de Cine de Roma, además de emitirse por el Discovery Italia. Y sin embargo y sin ninguna duda, el mayor fallo de este libro es la propia Bernardi.

Y es que tenía en sus manos una historia que podría haber desarrollado de una manera magistral con un poco de maña, pero no, todo el libro, que leí en una tarde, es una inconexa sucesión de acontecimientos sin sentido, como si estuviésemos cortando escenas de un documental (de ahí viene, claro), y poniéndolas una detrás de otra sin ningún tipo de narrativa.

Tiene un estilo llano, pero tan llano, que en algunos momentos da vergüenza ajena. Podría pasar perfectamente por una charla con el vecino chismoso del primero, porque no existe narrativa, simplemente suceden cosas, se cambian nombres de la realidad (¿Por qué? ¿Para qué matar a Beppo si realmente sigue vivo?) para precipitar todos los acontecimientos en un texto que se lee tan rápido, por lo simple, que pierde todo el interés que podría tener la historia. Al final, poco importa si las pensionistas del Rododendro cumplen su sueño o no, porque, aunque es imposible no cogerles cariño, no existe ningún tipo de desarrollo de personajes y todas y cada una de ellas son entes que pasean  por la novela sin pena ni gloria, sin deseos personales y con un deseo conjunto que, aunque bonito en la realidad, Bernardi se encarga de destrozar con la desidia narrativa.

Mención aparte merecen las estridentes y “cortarrollos” listas de cosas que pasan en el libro. No, lo siento, no tienen ningún interés, son infantiles y destruyen sin piedad la poca narrativa que quedaba.

En definitiva, se trata de una historia hermosísima y entrañable, pero que merece conocerse en realidad porque esta novela no aporta nada (y más cuando hay elementos inventados) más que unas horas de lectura que bien pueden conocerse con las diversas webs que existen sobre el tema. Una narrativa de ínfima calidad, aderezada para mal con listas e invenciones que destruye una buena historia que merecía ser contada de otra manera. Una pena.

 

 

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Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista y voluntaria como arqueóloga en la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Trabajo en la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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