Este artículo contiene gran cantidad de spoilers de la séptima temporada e hipótesis sobre la octava.

Han sido siete episodios solamente, aunque de mayor duración que en temporadas anteriores y, por fortuna, más concentrados en la trama. Sí: al fin pasan cosas en “Juego de Tronos”, no sólo muertes sin sentido ni drama forzado. Y ya era hora, porque la octava temporada será la última y aún han de ocurrir muchos más eventos y vicisitudes en las que los personajes que han sobrevivido a este punto deben implicarse.

Como de costumbre, el aspecto más fuerte de esta séptima temporada—con permiso del trabajo de los actores— ha sido la parte artística visual. La realización en sí es correcta, sin piruetas ni experimentos. Dado que se trata de un drama de personajes con algún que otro componente bélico o épico, es apropiado. Pero por suerte, hay aspectos de la dirección artística que hacen brillar esa realización en determinados episodios, como ha ocurrido en temporadas anteriores. El vestuario y el atrezo siguen siendo de altísima calidad—solo hay que acudir a las redes sociales para ver cómo el abrigo de Daenerys “lo rompe”—, pero esta temporada, quienes de verdad se lo han currado han sido los encargados de diseñar los escenarios: desde el pequeño patio del mapa en Desembarco del Rey en el que se urden planes hasta la gran llanura en la que todo queda devastado en el cuarto episodio, los escenarios han pasado a ser un actor más en las escenas. Claro está, esto no es sólo mérito de ese equipo artístico, sino de guionistas y directores que han contribuido a su creación o que han sabido utilizarlos para el propio beneficio de las escenas, que no serían las mismas sin ese entorno tan apropiado y que da pie a tanto juego. La música, que sigue a muy bien nivel, también contribuye a dotarlas de mayor impacto emocional.

El segundo punto fuerte de esta temporada, de nuevo, como viene siendo acostumbrado, es el trabajo del elenco. Aunque cada vez quedan menos jugadores en la mesa, los que quedan mantienen su tono o, en algunos casos, mejoran. De los que mejoran, Emilia Clarke (Daenerys) es la que más ha crecido: ya no es sólo que haya dejado de gesticular en exceso o que haya ampliado su repertorio con expresiones más sutiles y variadas: quienes la escuchen en versión original comprobarán que, aunque no sea el talento del año, se ha convertido en una actriz solvente y profesional también con su voz. Cuesta creer cuánto ha ganado en sutileza y en credibilidad. Otros actores que mejoran su trabajo o que vuelven al redil durante la séptima son Nikolaj Coster-Waldau (Jaime) y Peter Dinklage (Tyrion), algo que puede que tenga que ver más con la calidad del rol que juegan sus personajes en la trama que con la propia calidad de sus trabajos. Y algunos que se mantienen en sus niveles para bien o para mal, como en el caso de Lena Headey (Cersei) o Kit Harington (Jon): aunque no duela verlos, estoy segura de que pueden mejorar—Lena, especialmente, es una actriz que puede dar mucho más de sí.

Aunque, en honor a la verdad, tampoco llegamos a ver actuar a todos los personajes que se pasean por la pantalla. El mayor problema que tienen es que, a pesar de que cada vez son menos—esta séptima temporada ha vuelto a pasar por la guillotina a un buen puñado de ellos—, y aunque los que quedan, cada vez se concentran más en unos pocos núcleos de trama, el foco de la historia y de las acciones se ha centrado aún más en media docena de personajes: son esos seis u ocho personajes los que hacen avanzar el drama y propician los acontecimientos, un tercio del total de jugadores principales en activo. Algunos de esos focos tienen sentido: habría sido difícil de creer que Jon y Daenerys acaban intimando en tan solo siete episodios si sus interacciones hubiesen sido breves y esporádicas a lo largo de la temporada, al igual que habría ocurrido lo mismo con Sansa y Arya en el Norte. Pero otros focos son difíciles de comprender: ya nos han contado todo lo que necesitábamos saber sobre Gusano Gris, Missandei y su historia de amor, el interés es nulo para la mayoría de los espectadores, así que, ¿por qué no mostrarnos algo más sobre cómo está viviendo el pueblo en Desembarco la llegada de Daenerys y los dragones? ¿O darle algo que hacer a Varys? ¿O, incluso, llamadme loca, pero atender un poco a la trama de los Hijos del Hierro, que queda totalmente abandonada una vez Cersei consigue su flota y Euron captura a Yara? Parece que solamente están ahí para hacer bulto y servir de transporte, cuando estoy segura de que son elementos mucho más interesantes que la historia de amor insulsa y repetida del séquito de Daenerys.

No es este el único problema de los guiones. Como viene pasando desde la cuarta temporada, la misma manera como son representados estos personajes y como se desarrollan es superficial y repetitiva, carente de profundidad y sutileza alguna. Los personajes se comportan como caricaturas de ellos mismos, casi reducidos a dos o tres rasgos de personalidad: Jaime ama muchísimo a Cersei y tiene un ligero conflicto interno; Cersei asimismo es una mujer egoísta, paranoica y mezquina; Jorah es un caballero arrepentido con un amor no correspondido, etc. Por suerte, algunos personajes al fin salen de su bucle de castigo, como Jaime, que reacciona ante Cersei y se le encara: pero otros, como Jon, que vuelve a estar atado por sus juramentos y su sentido del honor, desandan el camino andado.

Otros problemas que tienen los guiones es su simplismo a la hora de crear conflictos y transmitir conspiraciones, misterios y giros de trama venideros. La serie nunca ha sido sutil, algo que responde por un lado al propio formato televisivo (que necesita transmitir las ideas de una manera clara y rápida) y al deseo de llegar al mayor público posible (porque no todos tenemos la misma capacidad de atención y retención y la cadena no deja de ser un negocio con intereses comerciales). Pero sabes que algo no funciona cuando el espectador medio se pregunta sobre el sentido común y la inteligencia de los supuestos brillantes estrategas con sus ideas brillantes—algo que ocurre con la expedición más allá del muro— o ven venir a kilómetros un giro de trama porque se lo han telegrafiado por activa y por pasiva—como es el caso de la conspiración en Invernalia—. Una cosa es simplificar los elementos y hacerlos más evidentes y otra muy diferente tratar al espectador como si fuese un niño: y la serie continúa afrontando su relación con los espectadores más como lo segundo que como lo primero. Es una lástima, considerando la calidad de la producción y el equilibrio que en este aspecto concreto habían conseguido alcanzar en la segunda, la tercera y la cuarta temporada.

Un punto positivo que sí quiero resaltar en cuanto a la propia trama de la temporada es que, a diferencia de lo que ocurría en la sexta, y aunque puedan pecar de previsibles, al menos esos desenlaces de los conflictos se producen de una manera natural. Son soluciones simples, pero no son abruptas ni del todo inverosímiles. Se agradece que al menos no se busque el efecto sorpresa a toda costa y la historia se vaya encauzando hacia su final.

Llegados a este punto, queda reflexionar y especular sobre lo que veremos en la próxima y última temporada.

A estas alturas, la serie se ha desvinculado totalmente de los libros: así que es de esperar que los creativos puedan imaginar su propio final con total libertad, sin ataduras. Ahora que el Muro ha caído, Daenerys al fin está en Poniente y que se han cerrado algunas tramas, como las conspiraciones de Meñique o la cruzada de los Lannister contra el resto del mundo, podemos centrarnos de una vez en la guerra contra la largamente anticipada amenaza del Rey de la Noche, los Otros y su ejército de muertos vivientes.

Por un lado, en el Norte, nos queda ver cuál es la fortuna de la Guardia de la Noche y los salvajes que, caído el Muro, se han quedado tras las líneas del enemigo. No sería descabellado pensar que la octava temporada mostrará la suerte que han corrido en los primeros compases. Más al sur tenemos Invernalia, donde se encuentran tres jugadores importantes—Sansa, Arya y Bran— más otros secundarios—como Sam y Gilly—. Es de esperar que empiecen la temporada siendo sitiados o luchando contra los Otros hasta que Daenerys, Jon y el resto de aliados acudan en su rescate: lo que ha de ocurrir pronto, si queremos que la serie finalice la guerra y muestre alguna clase de epílogo. Por otro lado, hasta ahora no se nos ha contado prácticamente nada de los Otros, no sabemos su origen ni sabemos cómo acabar con ellos de una manera eficaz y rápida. No creo que veamos una explicación profunda o compleja—ni tampoco demasiado mágica—, pero tal vez nos refresquen la memoria con flashbacks de la cueva y el Cuervo de Tres Ojos y alguna escena nueva gracias a Bran, que también ha de ser, junto con Sam, el que comunique a Jon y al resto de personajes en el foco del Norte, su auténtico status como heredero legítimo de los 7 reinos. Visto la poca importancia que este pequeño secreto ha tenido en la serie a lo largo de toda su trayectoria, creo que es prudente esperar que sólo cause una pequeña tensión en la pareja y en la relación que mantienen. Si, como parece, hielo y fuego han de acabar juntos, carece de sentido crear un conflicto sobre cuál de los dos se ha de sentar en el trono de hierro: si es que alguno llega a sentarse al final. Ambos siguen arquetipos narrativos que fácilmente acaban en un final agridulce, muriendo o renunciando a sus derechos.

En cuanto al foco en el sur de Poniente, tenemos prácticamente todas las tramas cerradas, pero las que quedan son importantes. Sabemos que Euron y Cersei se han aliado de manera firme y que nos traerán un nuevo ejército a la guerra: la Compañía Dorada, que en las novelas guarda vínculos con una antigua facción Targaryen antagónica a la línea sucesoria de Daenerys. Los creativos de la serie podrían jugar esta carta para darle alguna motivación a estos nuevos jugadores más allá de la simple monetaria. Hablando de dinero, también podemos suponer que el Banco de Hierro negará su ayuda a Cersei en algún momento, dado que el invierno ha comenzado en el sur, empeorarán las cosechas y la invasión de los Otros alcanzará el territorio de los ríos y finalmente Desembarco en algún punto de la trama antes del final. Además, podemos suponer que, antes de que esto ocurra, Euron abandonará a Cersei en un momento de debilidad de ésta, y que morirá por las consecuencias de sus propias maquinaciones o por la venganza de Theon y Yara. En cualquier caso, creo que también podemos esperar que los hermanos Greyjoy sobrevivan para transportar a Desembarco a los Targaryen. Y luego tenemos las consecuencias del culebrón que han ido escribiendo Jaime y Cersei. Jaime ha abandonado a su hermana y ha claudicado de toda relación con ella: ha huido de Desembarco y suponemos que se dirigirá al Norte. Pero si Cersei, como muchos esperan, acaba repitiendo los actos del Rey loco y decide quemar la ciudad con fuego valyrio ante unas revueltas o ante la idea de verla sometida al enemigo, estoy segura de que veremos regresar a Jaime. No es nada descabellado pensar que el final de su historia le lleve a repetir el mismo acto de regicidio con su hermana, de nuevo, para salvar a la ciudad.

El desenlace completo es difícil de predecir: tal vez Poniente acabe gobernada por una sola casa, tal vez los reinos se dividan o tal vez se constituyan en una gran federación democrática. Pero, en cualquier caso, con algunas grandes casas borradas del mapa, el redescubrimiento de la magia y, quien sabe, quizá hasta el cambio del clima, Poniente será muy diferente a como lo conocimos durante la primera temporada.

En cuanto a la octava temporada, sabemos que será aún más breve: constará de seis episodios, aunque se especula con la posibilidad de que duren aproximadamente hora y media. También se especula con que la fecha de estreno sea aún más tarde que la de la séptima, bien entrados en el segundo semestre de 2018 o incluso en 2019: algo lógico si pensamos que la HBO pondrá toda la carne en el asador. Y se ha hablado en repetidas ocasiones de la posibilidad de producir spin-offs de la serie, aunque centrados en nuevos personajes. Seguramente tengamos más detalles de todo a comienzos del año que viene, cuando a nosotros también nos llegue el invierno.

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Patricia Suárez
Ciencia ficción, fantasía, suspense, misterio, aventuras... En cualquier formato y en cualquier lugar. Redactora de Cine y TV, con ocasionales incursiones en otras secciones, aspiro a ser bibliotecaria: porque los bibliotecarios molan. Los arqueólogos también, pero me gusta más el papel.

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