Con Husk el equipo polaco de UndeadScout ha intentado capturar el entorno desolador y viciado propio de una buena mezcla entre realidad y ficción destinada a los juegos de terror; una puesta en escena clásica de un survival horror que mezcla elementos de los primeros Silent Hill y otro gran referente como Alan Wake. Ya que ahora la industria se está acostumbrando a las experiencias en primera persona, se necesita un poco más de influencia de los viejos tiempos, que pueda traer a nuestras pantallas una sensación de claustrofobia en un ambiente espacioso, aunque aislado, y que no busque el susto relámpago, sino que te mantenga pegado al asiento dudando de cada paso y valorando si apagar el PC por miedo a lo que pueda venir luego.

Husk es, precisamente, uno de esos juegos que no persigue el objetivo de asustarnos a toda costa. O si lo hace, esos momentos se podrían contar con los dedos de una mano. En su lugar, la mayor parte de su aspiración reside en la atmósfera y la estética de su escenario decadente y olvidado a lo Twin Peaks. De una manera un tanto extraña acabamos en Shivercliff, una ciudad costera que prospera gracias a la pesca y a la producción de maniquís (este sí que es un clásico de lo inquietante). A medida que avanzamos en la historia (deberemos buscar a nuestra mujer e hija tras un accidente de tren) el juego nos presenta un montón de ángulos de 90 grados que se interconectan entre ellos por pasillos excesivamente largos y una narración que suena un tanto absurda (nuestro solitario personaje habla en voz alta consigo mismo para exponer al jugador lo que está aconteciendo).

Husk

Husk es un juego que carece de una identidad clara y diferenciada; a medida que jugamos aumenta la sensación de ver este título como una réplica desnutrida de los grandes juegos clásicos del género. A la falta de identidad le podemos sumar algunos errores muy básicos de diseño, como que de vez en cuando falten palabras o letras en el diálogo, algunas animaciones se cortan de repente, algunos diálogos se repiten y la velocidad de los fotogramas tiende a ser bastante defectuosa. Aunque la suma de todos estos problemas ni siquiera es un digno rival para el verdadero problema de este título: la falta de inspiración es aquello que realmente lo arrincona en el olvido. Husk no es nada sorprendente, su diseño de los niveles ya está muy visto y la historia es más de lo mismo; podríamos resumir este juego como un largo paseo de cinco o seis horas de duración esperando a llegar a un lugar nada prometedor.

El diseño de los escenarios es más propio de la década de los noventa que de la actualidad. Shivercliff rebosa interiores de forma cuadrada, muchos ángulos de 90 grados, pasillos interminables y grandes extensiones vacías que no pertenecen a la trama del juego, pero que pretenden ser el escenario de fondo. De hecho, la mayoría de la ejecución de Husk es anticuada y carece de los mínimos estéticos y de forma que se esperan de los juegos en pleno 2017.

Los modelos de los personajes son muy básicos y rígidos, con los polígonos más irregulares que he podido ver desde hace bastante tiempo; la animación y el movimiento, tanto para el jugador como para los enemigos, se siente poco fluida y muy básica. Las deficiencias de la programación del juego se extienden en lo que puede ser descrito como un combate muy primario. Los jugadores pueden elegir entre pasar furtivamente a través de los enemigos sin iniciar combate, luchar cuerpo a cuerpo o disparar a larga distancia con una pistola; todo con el mismo botón.

Husk

La historia del juego es bastante simple y poco original —o, como mínimo, poco trabajada—, si a eso le sumamos que nuestro avance en la historia no requiere de ningún esfuerzo por nuestra parte, nos encontramos con que tenemos una narración un tanto absurda y que no consigue enganchar como debería. Los puzles que nos propone el juego son muy básicos y no presentan ningún reto, con lo que rápidamente nos aburrimos de hacer siempre lo mismo. ¿Una historia que no engancha y una jugabilidad aburrida? Exacto, esto no va por buen camino.

El apartado sonoro es, quizás, lo mejor del juego. La atmósfera que crean los sonidos vacíos y envolventes del juego es lo único que consigue realmente aumentar la tensión mientras jugamos. Jugar con los cascos es la única manera de ver Husk como un juego de terror y no como un simple simulador de paseo por el campo en plena noche.

Para concluir. A pesar de la ambiciosa historia de un padre/marido que lucha desesperadamente por encontrar a su familia desaparecida, el resultado final de Husk se deshincha abruptamente. En el juego nos encontramos con una gran cantidad de rarezas mecánicas y estructurales, rompiendo así los numerosos intentos de inmersión del jugador en la historia. Además, es un juego muy poco original, pues el entorno y los escenarios se han utilizado hasta la saciedad en otros muchos títulos del género. Sin duda es un juego muy poco recomendable, un claro ejemplo de un estudio que ha confundido la nostalgia de los grandes juegos clásicos con la riqueza del disfrute del momento en el que estamos.

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