El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 2Sentadas ya las bases de esta secuela en el anterior número, este segundo tomo prosigue una historia propia que funciona más allá del homenaje. Kazuo Koike es perro viejo con decenas de historias a sus espaldas, así que no es de extrañar que aún con Daigoro y los ecos de su padre Itto Ogami, el Nuevo lobo solitario y su cachorro sea un ejercicio que esquiva la nostalgia y se arma de nuevos personajes y situaciones, empresas y motivaciones bien diferentes a la de la obra original. Si añadimos a eso el buen hacer de Hideki Mori que, aunque siguiendo los magnificos trazos de Gôseki Kojma, se lleva el estilo a un punto neutral donde desarrollar su propia narrativa, podemos decir que no nos encontramos ante una secuela sacacuartos que nos deje con un rancio sabor a déjà vu de marca blanca, en esta nueva entrega del manga de Planeta.

El nuevo lobo, Togô Shigekata, es víctima de un ardid del propio shogunato, espoleado mediante argucias y ataques de falsa bandera a llegar cuanto antes a Satsuma y cumplir el juramento a un muerto de entregar su mensaje, sin saber que el fallecido era en realidad un siervo del propio bakufu.

Aun con todo, tiene tiempo de entrenar a Daigoro en el estilo de Jigen-Ryû. Los capítulos dos y tres son toda una poesía visual sobre el entrenamiento, el recuerdo de su padre y la superación personal. Percatarse de que Daigoro se aleja del camino de Itto Ogami para aprender el estilo de otro, para seguir su propia senda supone un golpe de efecto de una lírica mayúscula. No en vano el tiempo suspendido es representado dentro de un pequeño templo, tal como haría el propio Kurosawa en Yojimbo, y uno llega incluso a asociarlo con el propio kanji de tiempo, que no es sino el sol bajo la puerta de un templo.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 2

Los ataques se suceden. Algunos, especialistas en diferentes artes marciales y armas, otros, diestros espadachines ayudados por la fuerza del número. Sin embargo, aparte de la maestría de Shigekata, algo aún más terrorífico se pone en relieve: la impasividad de Daigoro, que recorre el camino sin miedo ni emoción del meifumando. Incluso un experto en karate, un arte que se vale de la reacción del contrario, es incapaz de ganar al pequeño, pues ninguna reacción provoca la amenaza de la muerte en su joven rostro. Wu wei, no-acción, como reza el lema sobre el trono de los emperadores chinos.

Pronto descubren los sicarios del gobierno central que apenas pueden enfrentarse a Shigekata, y que el verdadero causante del retraso de éste para llegar a Satsuma es el propio Daigoro. Cuidando de él, entrenándolo, anteponiendo su deber como padre adoptivo al del compromiso con el desconocido difunto, Shigekata no se preocupa por el tiempo que pasa, aún siendo atacado constantemente para que se dé prisa.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 2Pero pronto lograrán hacer correr a Shigekata y Daigoro: usando un veloz mensajero con el kamon (blasón) de Satsuma darán a conocer a nuestros protagonistas que tienen sólo tres días para llegar a puerto, cuando entonces partirá el próximo barco (recordemos que Satsuma está en la isla de Kyūshū). Shimazu Mitshuhisa, estratega de Satsuma, será el que espere en ese barco. Sin embargo, la presencia del pequeño y el uso de una katana con guarda, contraria a las enseñanzas del clan (contrario al shogunato), provocarán inquisitivas preguntas sobre la lealtad de Shigekata.

Kazuo Koike usa sus propias cartas marcadas para hacer de éste un relato interesante, épico, único y alejado de la nostalgia. Siguen aquí los ingredientes básicos del maestro guionista: las continuas referencias históricas, religiosas, castrenses…, las conspiraciones feudales, los engaños, dobles engaños y el sorteo de éstos a través de nudos gordianos, los personajes de sexo ambiguo y por supuesto el honor y la carga interior de unos protagonistas más grandes que la vida misma. Lo mejor de Koike siempre es ir viendo como levanta esas cartas una a una y, aunque sean las mismas, como siempre lo son en una baraja, cada vez el juego sea totalmente distinto, con sus quiebros, sus comodines, sus jugadores, los que van de farol, los que parece que van a ganar y pierden, los que parece que van a perder y ganan. No podemos pedirle a un viejo maestro que pinte con otra técnica ni que emule sus viejas obras, sólo podemos esperar que nos cuente lo que sabe como sabe mejor que nadie.

Como he apuntado al inicio, Hideki Mori bebe de la corriente del maestro Kojima pero es capaz de buscar su propio camino y narrar de forma distinguible. Las viñetas son más contundentes, reforzadas incluso por una cuadricula de aspiración ortogonal con un borde potente, en donde se suele mostrar las figuras a tamaño completo y donde los detalles del paisaje son profusos y abigarrados, desechando la abstracción que a veces proponía su antecesor, pero que predican la carencia de miedo ante la ejecución de  escenas complejas. La acción y los combates se resuelven de una manera cinematográfica, o por lo menos emparentada con esa noción de samurái experto que mata con un solo toque veloz, sin recrearse en aquellos silencios que duran páginas en los que los duelistas se mantienen hieráticos.

El nuevo Lobo Solitario y su cachorro 2Otra diferencia destacable (y ninguna de ellas lo son negativamente) es la representación femenina, más cercana al ideal occidental que al canon tradicional japonés, con dientes negros, peinados recogidos y kimonos que uniforman las voluptuosidades del cuerpo femenino. Esto provoca además que el personaje femenino (en este caso, la kunoichi Takehime, cuyo alter ego es Hattori Anzô) tome relevancia a nivel visual, poseyendo una singularidad identificativa propia. Y todo ello sin escatimar en una variedad de planos, composiciones, contrastes, texturas y usos diversos del trazo que caracterizan una obra de esta índole.

¿Conseguirá Shigekata superar las sospechosas preguntas del estratega de Satsuma o será visto como un traidor? ¿Logrará mantener bajo su amparo a Daigoro, el cachorro del Lobo?  Estará por ver…

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M. G. Villarrubia
Arquitecto enamorado del cómic, la literatura, la música rock y el arte en general. Además de ser organizador del Festival Manga de Cádiz, investiga y realiza conferencias sobre japonología.

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