Murió cerca del 3255 antes de nuestra era en los Alpes de Ötztal, cerca de la frontera donde se tocan Austria e Italia.

Se le llamó Ötzi y pasó a ser, desde su descubrimiento en 1991, la momia más antigua de Europa, concretamente del Calcolítico o Edad del Cobre. Ötzil nació cerca de Velturno, antes de su muerte consumió ciervo, gamuza, pan y algunas bayas del endrino y ciruelas; padecía artritis, enfermedad de Lyme, parásitos intestinales, intolerancia a la lactosa y problemas de corazón, sin embargo, no fue nada de eso lo que acabó con su vida.

Los científicos encontraron una punta de flecha alojada en su pulmón izquierdo y varias muestras de sangre de al menos cuatro personas distintas, una en su capa, otra en su cuchillo y dos tipos distintos de sangre en una punta de flecha que llevaba consigo. Se cree que murió agónicamente a los 46 años, aunque dejó descendencia, al menos 19 personas actuales tienen  relación genética con Ötzi después de que la Universidad Médica de Innsbruck realizase los estudios.

Junto a la momia se encontraron diversos objetos, un cuchillo de pedernal, un carcaj de flechas, puntas de pedernal, un arco largo sin terminar de construir y un hacha de cobre. Ahora, un equipo de arqueólogos ha encontrado un hacha de cobre exactamente igual a la que portaba Ötzi el día de su muerte, realizada en cobre procedente de la Toscana, en Italia, y que acabó, ésta, apareciendo en Zug-Riedmatt, una localidad cercana a los Alpes suizos.

Se trata de un hacha pensada para el trabajo de la madera, elaborada hace entre 5.300 y 5.100 años que pesa más o menos la mitad de la que portaba Ötzi, pero que, según han constatado los análisis arqueológicos de trazabilidad, procedía del mismo lugar, en el sur de la Toscana, lo que implicaría que había un comercio y una movilidad muchísimo mayor, en el Calcolítico, de lo que hasta ahora se creía, puesto que la mayor parte de los investigadores consideran los Alpes como una barrera infranqueable en la época.

Era un mundo más conectado de lo que parecía” comenta Gishan Schaeren, arqueólogo de la Oficina para los Monumentos y Arqueología en el cantón suizo, y añade “tenemos que empezar a aceptar que la gente que viajaba a través de los Alpes tenía un gran conocimiento del paisaje y sus condiciones a través de su experiencia con la caza, el pastoreo y la búsqueda de nuevos recursos para aprovechar”.

Esta investigación se puede consultar, completa, en el número del Archäologische Informationen del mes pasado.

Fuente: Live Science.

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Alejandro Serrano
Cofundador de Fantasymundo, director de las secciones de Libros y Ciencia. Lector incansable de ficción y ensayo, escribo con afán divulgador sobre temáticas relacionadas con el entretenimiento y la cultura cercanas a mis intereses.

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