Clase letal 4. 1988. Muere por mí: Llega el final de la saga con un final sorprendenteEn el último número  fuimos testigos de cómo el director de la escuela condenaba a muerte a “las ratas” (alumnos sin filiación) como ejercicio final para conseguir el graduado en artes letales en un momento que nos sorprendió a todos. Dada la tendencia de Rick Remender de matar a cualquiera de nuestros personajes favoritos, estaba claro que cualquiera de los protagonistas podía morir en cualquier momento, así que las únicas preguntas que quedaron en mi cabeza fueron “¿Quiénes?” y “¿Cuándo?”.
   
Pues bien, Rick Remender lo sabe, y utiliza esa sensación para añadir tensión a la trama, de manera que la sucesión de acontecimientos  se desarrolla de manera vertiginosa usando ese suspense para mantener al lector atento. Y, si bien nos plantea una situación que podría recordarnos vagamente a “Los juegos del hambre”, el juego de la búsqueda de un procedimiento eficiente y la forja de alianzas resulta de lo más interesante: hay enemigos ene se ven condenados a entenderse y hay gente que desarrolla talentos que nos resultaban inverosímiles hace un tomo. Veremos muchas muertes, a cual más horrible y, quizás, el momento más horrible de todos es cuando somos conscientes exactamente de lo que ha estado aprendiendo Petra en la escuela. Vamos, que los fans que quedasen descontentos con el número anterior verán recompensadas sus expectativas en este.
   
Clase letal 4. 1988. Muere por mí: Llega el final de la saga con un final sorprendente¡Por cierto! Antes hablábamos de alianzas… Y una sorprendente es la combinación entre músculo y cerebro de Shabnam y Viktor, algo impensable al principio de la saga: una combinación aterradora, puesto que no podría tratarse de elementos más opuestos, pero Shabnam está hambriento de poder, y la oportunidad de utilizar a Viktor como mano ejecutora le viene como anillo al dedo para conseguir los dos objetivos que más anhela, que son el obtener el control de la escuela y ver a Marcus muerto.
   
Evidentemente, hay momentos de comedia negra dentro de este tomo, y algunos momentos resultan, cuanto menos, chocantes. Por ejemplo: ¿os imagináis a un equipo de animadoras armadas con pompones dotados de cuchillas que, incluso en pleno examen, no dejan de cantar sus consignas? Pues las hay, y saben usarlos con letal eficacia. Además, el planteamiento inicial de los alumnos de pleno derecho a actuar como “equipos temáticos” en plan escuadrones de la muerte resulta muy gracioso por suponer una tendencia de la población adolescente…

¿Cómo vas a ir adelante sin tu pandilla? Pues se ve que, a la hora de matar y hasta que la necesidad haga surgir extraños compañeros de cama, también. El planteamiento inicial puede parecer un poco raro, incluso forzado, pero tras los primeros momentos de tensión, la acción de desarrolla de manera sencilla, aunque sustanciosa. Y todo ello se articula en torno al guión de Rick Remender, que es un maestro del diálogo, y no pierde ocasión de hacerlo patente.
   
Por otra parte, el equipo artístico formado por Wes Craig y Jordan Boyd resulta fabuloso: vemos un manejo perfecto de las expresiones faciales y corporales, muy trágico, del que la cara absolutamente aterrorizada de Marcus en la página inicial es una perfecta muestra de lo que está por venir… vamos, que todo el conjunto de “Clase Letal”, sobre todo este impactante final, resulta un cómic visualmente estremecedor. Pero el dibujante no se basa en el valor de choque de estas imágenes, sino que pretende mostrarnos todo el miedo, emociones y el horror en los rostros de los personajes.

Clase letal 4. 1988. Muere por mí: Llega el final de la saga con un final sorprendente

El ejemplo más palpable de ello es el rostro de Petra: observad las diferencias en el personaje mientras prepara un veneno mortal en la página 8, y en la 111. Sí, amigos lectores: las circunstancias hacen que los personajes crezcan y cambien sus motivaciones. Unos se hacen fuertes, otros cambian víctimas d elas circunstancias y otros se vienen abajo. ¿Quieres saber cuáles son y cómo lo hacen? Pues es tu momento para hacerte con este cómic y averiguarlo, pero sigamos adelante.
   
El manejo del color por parte de Jordan Boyd es muy alegórico. Los fondos de distintos colores acentúan el significado de cada página, conjugándolo muy bien con el estado anímico de los personajes. Pienso que sería muy interesante conocer la filosofía y motivaciones de Boyd a la hora de escoger esos colores cuando trabajaba en “Clase Letal”, puesto que su emotivo trabajo ha sido una parte fundamental en la calidad final resultante de esta serie, y oírlo hablar sobre este tema resultaría muy esclarecedor.
   
Clase letal 4. 1988. Muere por mí: Llega el final de la saga con un final sorprendenteVamos, que el equipo creativo ha sabido mantener el ritmo en toda la serie, y termina con el listón en lo más alto presentándonos cómo debe sentirse una situación de vida o muerte plasmada en las páginas de un cómic. Me está encantando todo lo que Remender está escribiendo fuera de Marvel. Habrá quien diga que se trata de un cómic violento… sí. Lo es. Desde una perspectiva exterior, ya que no es una violencia gratuita, sino justificada por el contexto de la historia: hablamos de un arco argumental en el que está establecido oficialmente que los estudiantes deben matarse entre sí en un mundo cínico y oscuro.

De acuerdo, una persona de carácter débil y tendencias políticamente correctas no debería leer este cómic en el que se asesinan a personas inocentes allá donde miras, pero hay que tener en cuenta que Remender nos está vendiendo un mundo enfermo sádico, enfermo y pueril, así que es fácil leer la violencia argumental dentro de su propio contexto e, incluso, plantearnos lo que la violencia dice acerca de nuestra sociedad actual en cuanto al, digamos, abaratamiento de su efecto sobre los niños. No es una violencia sin sentido, ya que es el producto de las circunstancias particularmente violentas en las que estos niños se han visto obligados a crecer, y que ahora necesitan para sobrevivir.

Todos esos momentos no dejan de resultar trágicos y amargos, y el equipo creativo ha apostado fuerte por esa representación del drama personal, y han hecho un trabajo espectacular para representar el alto precio de esa apuesta vital en un drama con un alto ritmo narrativo.
   
Clase letal 4. 1988. Muere por mí: Llega el final de la saga con un final sorprendenteEn fin, como penúltima apreciación diré que, si tuviera que definir toda la saga con una palabra, sería “punk”. ¿Punk? Sí, porque Remender deja claras sus intenciones independientes, irreverentes y contraculturales, y s ele ve suelto y cómodo en este ambiente: incluso encuentra un hueco en la historia para mostrarnos a Marcus, Petra y Willy sentados uno junto a otro en el proceso de fumar y contar, incluso, sus historias más embarazosas cuando estaban bajo la influencia de las drogas… considerando todos sus efectos, desde lo divertido de la historia de Marcus, hasta el torbellino de la de Petra, que empieza de manera cómica hasta convertirse en demasiado realista.

No hay duda de que Remender es un autor comprometido, vista la sencillez en la que muestra el sexismo ambiental reflejado en cómo un hombre se las apaña para salir indemne incluso de una situación embarazosa, pero sin olvidar algunos toques feministas, como los recuerdos relativos a María, la historia de Petra y la actitud de Saya: tres ejemplos de resiliencia y fortaleza femeninos.
   
No nos dejemos los peculiares formatos que se utilizan para distinguir los flashbacks, muy bien conjuntados en cuanto a color con el estado anímico de los personajes. ¡Y resultan, al mismo tiempo, perfectamente reconocibles.
   
En fin, una evolución dinámica de los personajes muy bien llevada en una historia interesante. Una conclusión excepcional desde un punto de vista técnico que ha dejado a este tomo de 120 páginas en rústica en lo más alto. Y con un final, si bien no inesperado, sí totalmente sorprendente dentro de lo que cabía esperar. Remender, Craig y Boyd han sabido mantener una subida argumental constante para dejar esta serie en la cima.
   
El mejor tomo de los cuatro, sin duda.

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