Sí, amigos lectores. En una entrevista, Jesús Alonso Iglesias nos adelantaba que se lanzaría en España su primer trabajo en Francia: “PDM. Paquet de Merde”. Pensé en un primer momento que igual se trataría de algún tipo de thriller en el que el protagonista se veía inmerso sin quererlo en algún tipo de embolado por eso del “paquete de mierda”. Pero no, esta historieta transcurre por derroteros muy diferentes y completamente inesperados por mi parte.

Me habréis leído muchas veces, y no me cansaré de volverlo a escribir, que me encantan las propuestas valientes, y esta que tengo entre manos es una buena muestra. ¿De qué va “PDM: Paquet de mierda”? Pues de la biografía del editor Pierre Paquet . Entiendo que editar la biografía propia es un ejercicio altamente arriesgado, pero que ha sabido jugarlo con singular pericia.

Comenzaremos hablando del título. Lamentablemente, mi conocimiento de la lengua del país vecino  es totalmente nulo, pero no lo suficiente como para no apreciar la circunstancia de que juega con el significado de su apellido llamándose “paquete de mierda”, juego de palabras que pierde efecto al traducirse al español. Ese título es toda una declaración de principios: evita la imagen de típico triunfador hecho a sí mismo invitándonos a compartir sus experiencias vitales en los primeros momentos de su aventura editorial en un conjunto de momentos que se pueden ordenar cronológicamente con facilidad: el entusiasmo, el descubrimiento del negocio, el amor, la amistad, su intimidad más personal… Y todo ello aderezado con una buena dosis de humor y cruda sinceridad.

Todo está narrado en clave de flashback, y comienza con un Pierre Paquet en medio de una angustia intensa, se ve abrumado, no coge el teléfono y no puede contener las lágrimas. Se viste, toma una bolsa de basura que tiene preparada en el pasillo y, sin poder contener las lágrimas, corre. Corre para dejar salir esa emoción. Durante esa carrera recuerda las circunstancias de su vida: su primera edición, cuando utilizando la infraestructura de su pequeña empresa de sellos de caucho, propone a su amigo Jean-Marc el publicar esa obra que Casterman no quiso coger, su relación y desenlace con su mejor amigo y socio, David (de vida un tanto disoluta),

sus relaciones con las mujeres cuando buscaba llenar un vacío interior que no sabía de dónde venía, la historia de una pequeña excursión a Italia, su relación con dos perros: Cybelle y Lucy, su primera y desagradable aventura como editor en Angulema y su primer conflicto con las calumnias típicas en el oficio… Y el descubrimiento y relación con el que sería su perro y amigo más fiel: Fiston, un bonito cruce entre galgo afgano y gran pirineo al que adopta en una sociedad protectora, y que es muy miedoso, pero al que, con mucho cariño y paciencia, consigue convertirlo en su más fiel compañero y confidente.

Y no nos dejemos sus ya mencionadas aventuras sentimentales marcadas por dos mujeres en particular: Nina, una estudiante de Medicina que ayuda a Pierre a aprobar la Biología, y Anna, una chica rubia residente en Zurich a la que pierde por mera cobardía y miedo al compromiso.

Pero hay algo que destaca en este tomo de 256 páginas en cartoné: el amor que el editor siente por su perro en una muestra inequívoca de que se trata de un sentimiento que puede venir de cualquier lugar y que, venga de donde venga, puede ser la fuente de mayor motivación que uno puede encontrar. Fiston es el eje central en torno al que se construye la historia. De hecho, en esas páginas enmarcadas en negro que nos muestran a Pierre Paquet corriendo por las calles sin poder dejar de llorar y sin soltar esa bolsa de basura que nos lleva hacia el presente, hacia el desenlace del libro, están íntimamente ligadas al desenlace de esa relación perro-amo y al destino de su peludo amigo. Un desenlace que da sentido al título a través de estas palabras:

“¡Todos estos años! Trabajando como un mulo por esta editorial contigo fielmente a mi lado… encajando todas mis salidas de tono… mis arrebatos de tristeza. He sido egoísta… ¡He sido un mierda! Perdóname.”

¿Hay algo más allá? Sí, un tierno epílogo de ocho páginas que enlaza, directamente, con el inicio de este grueso cómic que, sin embargo, se hace fácil de leer. Muchos no podréis resistir el nudo de la garganta y, algunos, dejaréis rodar la lagrimita.

Estamos ante la exhibición sin tapujos de la historia del editor con todas sus anécdotas y evocaciones personales. La historia de alguien que, al vez, no vivió su vida con la ejemplaridad que de él debería haberse esperado, pero que la ha disfrutado sorbo a sorbo. Un contenido muy personal, que no escatima en golpes trágicos y cómicos y que se muestra cercano a la vida cotidiana de cualquier lector. Comienza con un tono trágico, una circunstancia que no llegamos a comprender pero que nos contagia una cierta tristeza cuya causa nos anima a averiguar en las páginas siguientes, en las que juega con singular maestría con sus anécdotas vitales en distintos momentos de su vida, en la que mezcla tanto sus circunstancias laborales como las más íntimamente personales en una dosificación simple y eficaz.

Poco más podemos añadir a esta historia en lo tocante a desarrollo y guión: una jugada maestra de este valiente editor, que ha sabido narrarnos como nadie una parte de su propia vida haciéndola atractiva e interesante para el lector, y que logra arrancar una respuesta emocional a todos los niveles. No es fácil narrar la vida de uno, y menos con la desgarradora sinceridad con la que lo ha hecho este ya conocido editor.

Hablemos ahora del trabajo de Jesús Alonso Iglesias, al que ya conocemos por “El fantasma de Gaudí”, que combina con el texto de manera muy acertada un tipo de dibujo semirrealista de falso aspecto inacabado con rasgos muy estilizados, pero que transmite energía y expresividad, a la par que utiliza muy bien la gama de colores, acompañando perfectamente el ambiente que se intenta reflejar en todo momento. Un notable trabajo de este dibujante español que, seguro, nos tiene preparadas muchas más sorpresas agradables.

Y no nos dejemos un detalle importante: todo este cómic tiene un loable fin: presentar en sociedad una página web que dará cabida a una fundación que, con el nombre de Fiston, concederá una recompensa anual a cualquier persona, física o jurídica, que ayude a una raza animal. Esa web aparece escrita como www.fiston.ch, pero no parece estar aún operativa. Al menos yo no he podido acceder a ella.

En fin: estamos ante una autobiografía muy personal que nos permitirá conocer mejor al editor Pierre Paquet a través de su caótica experiencia vital. Un hermoso tomo que ha conseguido mi admiración, atención y respeto. Lo que dije al principio: una propuesta arriesgada y valiente que merece ser considerada. Muchos pensaréis: “Bueno… ¿Y a mí qué narices me importa la vida de un editor francés?” Y os responderé: “quizá no sea nada más que la vida de un editor francés, pero es también una historia curiosa que no te importará descubrir y con la que, a lo mejor, hasta te sientes identificado”. Porque… ¿Nunca habéis deseado alcanzar una estrella?

Una historia cruda, sin aditivos ni maquillaje, que os invito a descubrir.

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